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Esta es una sociedad con unos derechos democráticos y libertades mucho más abundantes y generosos que en la mayor parte de los países de origen de los residentes musulmanes. La gran mayoría de las mujeres de esta religión, a las que respetamos -aunque a veces nos cueste comprender lo del velo- no se integran con las mujeres de Menorca solo se reúnen entre ellas, y tampoco las ves tomando un té con otra mujer que no sea de su cultura o religión. Ni hombres ni mujeres participan en las fiestas, ni los ves disfrutar del Camí de Cavalls, ni de las playas. Ni tan siquiera te los encuentras en excursiones a antiguos vestigios que una vez fueron fortalezas construidas por sus antepasados, como el castillo de Santa Águeda. Los occidentales caucásicos, la gran mayoría, son educados, respetuosos y no son racistas. Y estoy segura que mezclar culturas no es malo, ni contamina su forma de vivir. Enriquece. Escucho estas semanas en los medios de comunicación que deberíamos de integrar a los jóvenes adolescentes musulmanes en la sociedad para que no se sientan marginados ni discriminados. Pero qué más podemos hacer si ese adolescente no hace por asistir a fiestas de cumpleaños, por comerse un bocata al salir de clase con sus compañeros, por jugar a la pelota en la playa, por acariciar a un perro... que no está contaminado como muchos piensan. ¿Cómo vamos a hacer para que se integren?

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Los musulmanes, al menos los que viven aquí, deberían de flexibilizar su forma de vida. Porque en mi opinión estos atentados terroristas perpetrados en su mayoría por jóvenes -dicen los medios- no hacen sino poner en entredicho su manera de vivir. Es verdad que algunos de nosotros prefieren mantenerlos alejados, pero también lo es que ellos tienen tendencia a los guetos, y eso al final ahoga. Viven dos realidades, cuando van a la escuela occidental o a un trabajo y cuando llegan a sus casas, donde se deben a sus tradiciones y a su religión. Creo que estos atentados abren la pregunta: ¿Por qué no se abren al mundo? Hay más realidades que la suya propia. Por educación y por convicción cuando te encuentras con una persona musulmana la tratas con amabilidad y cuando recibes un gesto bonito por su parte te alegras. Me da la impresión que eso es poco frecuente. Comento el tema con mis amigas y la mayoría comparte esa opinión. Estos gestos hacen ver que la convivencia es posible y que se puede lograr, pero hay que juntar voluntades por ambas partes. ¿No creen?

@sernariadna