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2 VIERNES, 20
La adolescencia es un coñazo mayúsculo. Ya lo fue la primera, cuando te salían granos en la cara y un ridículo vello bajo una nariz que te crecía con una desmesura que bien hubiéramos querido para otros apéndices corporales. Era la época en que tras adorar a tus padres empezabas a juzgarlos (y algunas veces hasta les perdonabas, como recuerda Oscar Wilde en uno de sus brillantes aforismos), te enamorabas bobamente de unas trencitas rubias que aleteaban en otros derroteros, se te ponía lo que aquí se llamaba veu de capó, y te consolabas solitaria y desaforadamente de tanta privación («¿cuántas veces, hijo mío?»), desafiando el peligro de las llamas del infierno después de quedarte ciego.

Pues héteme aquí en plena segunda adolescencia, la de la vejez, guardando turno en la cola del hospital para ser visitado por un superespecialista. Y es que en esta nueva etapa de mocedad también te crecen cosas, también en sitios indeseados, como esta tripa ingobernable que cada vez empieza más arriba, junto a las tetillas, o esa punta de hueso en la columna, motivo de la consulta, o como la próstata, que se convierte en un gigante glandular especializado en levantarte de la cama en plena noche con la sensación de haberte bebido un litro de cerveza, o te brota pelo en las orejas y eso por no hablar de las coquetonas manchas pardas en la piel o las tormentosas digestiones si te obligan a cenar en horario español…

Todo esto lo pienso (y lo escribo en mi moleskina) mientras espero al médico y cuando un quejumbroso paciente desiste por fin de su empeño en hacerme conspirar por la tardanza. Quien ha hecho esperar a sus pacientes debe otorgar cien años de perdón… Y la diosa Fortuna me premia porque dice el especialista que ya no hay osteofito (punta ósea) porque seguramente nunca lo fue. Estoy por volver al pantalón corto.

2 SÁBADO, 21
Repaso artículos sobre los cuarenta años sin él… Vivía en Palma recién casado y recuerdo aquel despertar como si fuera ayer. Una mezcla de incredulidad, expectación y temor me hizo bajar a la calle para comprobar que no hubiera metralletas y comprar todos los periódicos para cerciorarme de la noticia, como cuando tu equipo gana la Champions por primera vez y no te lo crees hasta que lees la crónica del partido. No, no brindé con cava porque llegó a darme pena aquel anciano torturado por los médicos y porque nunca me ha alegrado la muerte de nadie, pero sí que surgió una sensación de alivio por el hecho biológico a medida que se disipaba el miedo y veíamos que no pasaba nada fuera de los habituales rugidos de la caverna, y poco a poco las sensaciones fueron cristalizando en ilusión por construir un futuro en libertad. Lo demás, sería otra historia…

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…Como la del clásico, que en febrero del 74, un año antes del hecho, le debió de dar un soponcio a don Francisco, reconocido merengue, con aquel histórico 0-5. Hoy, después del 0-4 (más brillante en juego que aquella manita ya lejana), estoy ya prácticamente seguro de que la losa de Cuelgamuros no se moverá. La historia ha cambiado.

2 DOMINGO, 22
Toque de queda en Bruselas con todas las fuerzas de seguridad a la caza de un yihadista presuntamente cargado de explosivos y dispuesto a atentar. Aunque no lo haga, ya ha conseguido sus objetivos de amedrentamiento general. Europa nunca más será un balneario. La libertad perderá la batalla contra la seguridad que, cada vez más, restringirá nuestros movimientos. Aunque el dilema de los dilemas es si la Unión Europea debe implicarse del todo en la guerra de Siria, con todas sus consecuencias, ahí está la madre del cordero… El padre está en Arabia Saudí, estado auspiciador de fanáticos, pero es amigo nuestro (es nuestro h de p), y hasta le vendemos armas. En fin.

2 LUNES, 23
Día de resaca futbolera. Las tertulias echan humo. Pero el clásico es solo un partido, muy especial,casi priápico si va bien, (de Príapo, deidad griega muy activa sexualmente), pero no define la Liga ni la Champions. Lo mejor, lo recibo vía e-mail de un amigo que escruta en el B.O.E: «El Tribunal Constitucional declara inconstitucional el 0-4».

Y Bruselas sigue conteniendo la respiración.

Y Mas sigue sin reconocer que perdió el plebiscito. Y obrar en consecuencia.