Por Santa Lucía mengua la noche y crece el día. Per Nadal una passa de pardal i per Sant Antoni una passa de dimoni. Por Navidad cada oveja a su corral. Podría seguir citando refranes, pero cojo los bártulos y me voy a Barcelona, guiado por mi mujer con el hilo invisible de quien sabe orientarse por esos mundos de Dios. Dios uno y trino, nos enseñaban en el colegio; pero lo que es trinar yo no trino bien. Eso es lo que nos decían de San Juan Bosco, que cuando era pequeño cogía jilgueros que trinaban como los ángeles. Por cierto que un jilguero es una cadernera, aunque suena a algo ligero y con mucho desparpajo. En Barcelona mis hijos andan preocupados por los pagos de la hipoteca, felices por los retoños –mis nietos- que crecen sin parar o por la magia engañosa de la Navidad. Y cuando digo 'mis nietos' no me refiero a una clase nueva de miss en un concurso de belleza. Compruebo que la Navidad sigue consistiendo en tirar dinero en regalos innecesarios, comer a dos carrillos, contemplar las luces que adornan la ciudad y soñar que todo es posible, incluso la paz entre los hombres, esa utopía. Por las banderas que llaman esteladas recuerdo que Catalunya vive inmersa en la indecisión de su propio futuro, y por los pasquines que aún cuelgan por las calles veo que el gobierno de España se halla ante la encrucijada de un futuro no menos incierto.
Les coses senzilles
Mengua la noche
11/01/16 0:00
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