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VIERNES, 15
Después del apasionante debate sobre la indumentaria de los Reyes Magos («nunca te lo perdonaré, Carmena» llegó a bramar una exdiputada de derechas refiriéndose a ello), ahora el país anda inmerso en sesudas controversias sobre la presencia de un bebé en el hemiciclo (imagen relativamente frecuente en países de nuestro entorno), y la indumentaria e higiene de los nuevos diputados, especialmente los de determinada fuerza política emergente un tanto aficionada al circo mediático (ya es sabido que las gentes de orden siempre visten y huelen bien). Una veterana diputada más partidaria de los juegos de tableta ha pedido encarecidamente que no le transmitan algún que otro minúsculo y pruriginoso ser, vamos que se laven concienzudamente (con estropajo a ser posible) antes de ir al Congreso...

Mientras tanto, el independentismo galopa cuando muchos le daban por muerto y se dedicaban a la metafísica de magos y rastas, siguiendo la tónica general de los últimos años en que aquEl se ha ido fortaleciendo mientras ninguno de sus contrarios, como explica Antoni Puigverd en «La Vanguardia», se ha preocupado fehacientemente de la problemática fiscal, de los obstáculos al renacimiento industrial, de la pluralidad cultural española o de los límites de un discurso nacional español que abraza a los ciudadanos de matriz castellana pero que a menudo incomoda a otras matrices...

SÁBADO, 16
Visto el vendaval, me subo al altillo-almena donde defiendo a capa y espada la soledad del escribidor-, para ordenar papeles y el primero con el que me encuentro es una entrevista al escritor de culto irlandés John Banville debidamente subrayada: «Mucha gente se queja de la burocracia, pero yo estoy a favor de que la gente esté gobernada por tipos que van a trabajar a las nueve, salen a las cinco tras una comida ligera, se sientan ante el televisor con su mujer e hijos, leen libros o periódicos y no tienen ideas grandiosas. Siempre que alguien tiene una gran idea quiere matar judíos, a musulmanes, a no musulmanes. Los burócratas son los que mejor gobiernan, y Europa estaba perfectamente burocratizada. Los burócratas no hacen guerras...».

Un missatge, enviat o encàrrec ( o 'recadu' para quienes quieren hablar «como toda la vida»), me lleva venturosamente a desafiar la ventolera, porque así tengo la oportunidad saludar casualmente al viejo amigo Andreu Manresa, flamante director general de IB3, gastrónomo por vocación y madridista por anomalía freudiana (el Felanitx, equipo de su pueblo usufructúa uniforme blanco) con quien brindo alegremente en Sa Pescateria por un buen periodismo. El que siempre ha practicado Andreu.

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DOMINGO, 17
Dia de Sant Antoni, diada, diada nacional, vengo leyendo cartas y artículos diversos en «Es Diari» que plasman la controversia españolista-catalanista sobre lo que somos y adónde vamos, un debate ideal para tomárselo a la ligera, es decir en la barra de un bar. Porque asombra tanto ardor guerrero en una tierra que ha sido fenicia, romana, musulmana, catalano-aragonesa, inglesa, francesa y española y que naturalmente es un poco de todo. Que si lo de diada es una manifestación más del imperialismo catalanista, que si en Ciutadella debe sonar el himno español o bien Un señor demunt un ruc... Los prófugos de dioses y patrias lo tenemos claro: allá ellos con sus betzèrries.

LUNES, 18
Revista de prensa:
César Molinas en «La Vanguardia» me recuerda el dictamen de J.M. Aznar cuando empezó la movida catalana: «Antes se romperá Cataluña que España», dijo la lucecita de FAES. Y escribe Molinas: «La democracia catalana ha sufrido un trágico deterioro. La fraternidad se ha puesto en almoneda y los catalanes se han sumido en la discordia porque se ha destruido la base de la amistad civil aristotélica. La sociedad catalana se ha dividido en dos mitades que, políticamente, tienen poco que decirse...».

John Carlin en «El País» nos explica que no existe en español el equivalente a la palabra inglesa compromise que significa «un acuerdo al que se ha llegado con ambos lados haciendo concesiones». En castellano solo se le parece el verbo pactar, es decir, según la RAE, «acordar algo entre dos o más personas o entidades, obligándose mutuamente su observancia». Interesante y esclarecedor matiz ese de las concesiones...

MARTES, 19
Excesivo metraje, excesiva verborrea, excesiva claustrofobia, excesiva maldad, excesiva sangre, excesiva la felación sobre la nieve... Todo en Tarantino es excesivo; ¿por qué disfruto con sus películas? ¿Será precisamente por esa inimitable atmósfera tarantiniana?... «Los odiosos ocho», solo para feligreses.