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¿Cómo empezar a escribir sobre una noticia desagradable y que por desgracia se repite?. Un hombre de 30 años, profesor de saxofón en el Conservatorio de Vitoria, arroja por la ventana de un primer piso a una niña de 17 meses tras ser sorprendido por la madre de 18 años cuando intentaba abusar sexualmente de la pequeña. La madre tiene un pronóstico reservado y a última hora de ayer me entero que la niña no ha podido superar las heridas y ha fallecido. ¿Cómo se queda lector? ¿Sin aliento? ¿Decaído? ¿Impotente? ¿Rabioso? Esa niña tenía justo la edad de mi hija. ¿Cómo enseñamos a la sociedad a denunciar los abusos que cometen los propios familiares sobre criaturas indefensas. Es muy difícil y más cuando puede haber en algunos casos hasta consentimiento de la madre, que ya es el colmo. Pero por desgracia existe.

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Según huffingtonpost.es (21.07.2014), «al menos siete de cada 10 casos de abusos sexuales a menores en Europa son cometidos por personas integradas en la vida de los niños, a las que conocen y en las que confían, según los datos que recoge el Consejo de Europa. Además, las cifras exponen que uno de cada cinco niños del continente son víctimas de algún tipo de violencia sexual». Añade: «Según los expertos, el abuso sexual infantil es un gran tabú en España y las estadísticas desvelaban que habían sufrido un 22,5% de las mujeres y un 15,2% de los hombres». Ahora mi pregunta es qué solución le pones a este drama. Un niño de 0 a 4 años no sabe coger un teléfono, o acudir a una comisaría. Además es uno de sus «referentes» o familiares cercanos quien ha abusado de ella o de él. Lo único que se me ocurre es que debemos ser una sociedad activa, con los ojos bien abiertos. Y sensibles a lo que nos rodea. Hay que ser Holden, el adolescente protagonista de «El Guardián entre el Centeno», su motivación más imperiosa era proteger a su hermana pequeña Phoebe, la mejor niña del mundo. El protagonista llega a decir que lo único que quiere hacer en su vida es ser el «receptor en el centeno»: si hubiera unos niños jugando en un campo de centeno cerca de un precipicio, él los sostendría antes de que se cayeran. Así me gustaría que fuera la sociedad. Sé que mi mensaje es modesto, pero también sé que se puede ser «una mariposa y con un sencillo aleteo golpear fuertemente la otra parte del mundo y causar un terremoto» (proverbio chino). Me considero guardiana entre el centeno como persona individual y como profesional, lo que da sentido a Supervan Family. Por eso estas noticias me superan y me dan el coraje de denunciarlo una y mil veces. Por eso desde esta columna mi felicitación al vecindario de la calle Libertad,14 de Vitoria que fueron valientes en llamar a la Ertzaintza, policía vasca, y denunciar lo ocurrido de madrugada.

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