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Ver la rua de carnaval en Mahón a través de los ojos de mi hija, era como ver a Ete en la escena en que sale disfrazado con el resto de personas del barrio y solo podía decir «mi casa». Porque se sentía identificado con esa variedad de disfraces. Pero los ojos de mi hija lo decían todo. Hay que ponerse en la piel de un bebé de 17 meses, cuando ve por primera vez a seres de su misma especie vestidos de formas raras, algunos como los de Star Wars, o las rockeras, o las doradas con bombín. Claro ella no podía decir «mi hogar» como el extraterrestre de Spielberg, a saber qué pensaría... y para colmo ve a unos vestidos de gallinas, con gallo incluido de El corral de la Paca bailando los últimos hits musicales. Vaya impacto cuando ella todavía está aprendiendo en la guardería a que las gallinas dicen coc, coc.

Alucinada estoy de que aún no se haya formado gobierno. En los Goya se denunció que los políticos no hablaron en precampaña, y en campaña de cultura, ni de bajar el famoso 21% del IVA. Pero tampoco hablaron de medidas que favorezcan la maternidad ni partenidad. Ni conciliación familiar. Ni cómo piensan hacer un pacto nacional por la educación. Y el gobierno en funciones hizo un paquete de 70 medidas deprisa y corriendo sobre acoso escolar.

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He podido hablar con profesionales del sector abogados, psicólogos, y destacan que muchas de estas medidas son pura burocracia, y que, en todo caso, es importante la formación de los profesores. Vuelvo a repetir una frase de Rosa Jové, psicóloga infantil, que más o menos dice que «la sociedad debe darse cuenta de que en la crianza está el futuro de nuestras especie». Si los políticos junto a profesionales del sector trabajaran en los cimientos, en una buena educación de 0 a 3 años, con medidas para garantizar su bienestar y que tengan derecho y oportunidad a ir a la escuela infantil, con la aplicación de buenas ideas de los métodos Montessori, atendiendo al cerebro del niño, para empatizar y así tratarlos como ciudadanos de primera.

Trabajando la base se erradicaría un tanto por ciento de violencia de género, violencia infantil, o de abusos sexuales. Porque lo que siembres desde la más tierna infancia es lo que después recogerás, como un impulso para desarrollar otras cosas que beneficien el intelecto y las emociones de nuestros chavales adolescentes, la carrera para ser adultos responsables. El filósofo Pitágoras lo tenía cristalino «educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres».

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