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L os cadáveres urbanísticos que quedan por pueblos y ciudades al final, acaban dando disgustos. No se trata de un mero estorbo estético, que también, y no me cansaré de denunciar lo horroroso que es llegar a la entrada de Maó y encontrar el antiguo hospital militar en estado de ruina. Supongo que el 'Verge del Toro' si nadie lo remedia correrá la misma suerte, mientras que la demolición del complejo turístico que se paralizó en Cala Llonga nos demuestra que las cosas, a veces y con tesón, pueden terminar bien en este tipo de fiascos urbanísticos. Todo esto viene porque en Maó hay otro 'mamotreto' que no sobresale ni se ve, pero sigue ahí, y esta vez ha caído un coche en sus fauces.

Tenía que pasar y ocurrió el pasado sábado, cuando un accidente entre un autobús y un turismo provocó que éste último se precipitara al agujero negro que debía albergar los cimientos de otro gran complejo residencial y comercial en la Sínia des Muret, en la carretera de Maó a Es Castell.

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Han pasado quince años, una gran crisis y también un par de escándalos (la promotora había empezado a comercializar viviendas pero dejó de hacerlo justo después de que estallara el «caso Vilarrubí» en Maó, y sus responsables tenían vínculos con el exconseller catalán del «caso Casinos») desde que se solicitaron las licencias. Ahora la parcela, de grandes dimensiones y que todavía conserva parte del encofrado inacabado, es un peligro y un foco de insalubridad para los negocios de alrededor.

Al menos debería mejorar la protección de la zona, con un muro más elevado o un quitamiedos, aunque sea un tramo recto de la carretera. Y después urge buscar una solución de futuro para la Sínia des Muret, impulsar su desarrollo urbanístico o bien restaurar la excavación y devolverla a su estado original.