La canción «Tatuaje» es de 1941, y fue popularizada por Concha Piquer. Aseguran que era una de las más famosas de su repertorio, y ahora mismo me vienen a la mente dos versos que dicen: «Era hermoso y rubio como la cerveza, el pecho tatuado con un corazón». Tener el pecho tatuado con un corazón, o el antebrazo con un ancla como Popeye era entonces algo extraordinario. No digamos ya el hecho de llevar un pendiente en una oreja, como un pirata, o un anillo en el pezón. Esto ya debía ser materia de condenación eterna en una época en que se consultaba la calificación de las películas en una vitrina de Acción Católica y si eran para Mayores con Reparos habías de tener mucho estómago para meterte en un cine a pesar del qué dirán. Entonces las mujeres llevaban trajes de baño completos, con una faldita muy curiosa delante del pubis, y los hombres unos Meyba de lo más ancho que se convertían en bolsas de agua en cuanto se adentraban en el mar. Quién nos iba a decir entonces que la moda de los tatuajes proliferaría hasta límites insospechados, que los hombres llevarían pendientes, que los bañistas solo llevarían gafas de sol y que las películas irían mucho más allá de lo que llegaban las actrices más insinuantes como Sofía Loren o Gina Lollobrigida. Y es que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, como se decía en La Verbena de la Paloma, y los tiempos cambian con mayor rapidez de lo que auguraba Bob Dylan.
Les coses senzilles
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29/08/16 0:00
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