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El otro día estaba peleándome por sobrevivir en mitad de la travesía de las Fiestas de la Mare de Déu de Gracia en el puerto de Mahón, nadando a un ritmo tan lento que pensaba que cuando llegase tras los 3,4 kilómetros recorridos no me iba a encontrar nadie, cuando tuve una revelación. La importancia del último clasificado en una competición. Creo que es imprescindible, que es el encargado de mantener el equilibrio en el universo, una especie de Ying, en el Yang, de Karma, o algo así.

El último clasificado en una prueba deportiva sirve, entre otras cosas, para poner punto y final. Nada termina hasta que no llegan todos. Además consuela a los que han preparado a conciencia esa carrera, ese triatlón o esa travesía. En mi caso, nada más ver quiénes participaban me di cuenta de que yo era el nadador más débil, el patito feo, el que desentonaba, el descerebrado que se había inscrito sin haber entrenado lo suficiente. El principal candidato a la última plaza. Hay formas y formas de hacer 3,4 kilómetros a nado y la mía, como te digo amigo lector, fue una mezcla de supervivencia y filosofía. Cuando te pasas más de una hora y cuarto dando brazadas ni que sea por aburrimiento te pones a reflexionar sobre el sentido de las cosas y luchas por llegar a toda costa.

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El último da sentido al entrenamiento de todos los demás que hay por delante de él. Por ejemplo, el que gana lo hace, la mayoría de veces, porque ha entrenado un copón, el segundo lo ha hecho tres cuartos de copones. Y así, sucesivamente. Entonces no es justo ni lógico que el que no entrene quede por delante del que sí lo hace. En ese sentido, me gané la plaza a pulso con todo tipo de méritos. Me sabe mal por los que esperaron.

Pero la sociedad, en este caso, creo que se ha equivocado. Nos ha machacado con una especie de mensaje social que viene a decir que tienes que ganar, que tienes que evitar a toda costa quedar el último, como ninguneando esa plaza. Si no ganas no eres nadie o no llegarás a ser nadie. Y creo que convendría tener en cuenta que el último en una carrera ha hecho el peor tiempo pero a pesar de ello está infinitamente por delante de las miles de personas que no han querido o no han podido disputarla. Y eso tiene su correspondiente mérito.

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