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Hay que cuidar los detalles. Si vamos muy rápido apenas percibiremos el trazado grueso del cuadro, y nos perderemos la belleza que se encierra en todo aquello que necesita una mirada sosegada para que entendamos lo que nos quiere trasmitir. No hablo de mirar durante horas una bolsa de plástico volando movida por el viento, como hace el personaje de la película «American Beauty», es más sencillo.

Descuidar un detalle te puede arruinar el conjunto. Si un enamorado organiza una cena romántica, con todo lo que se supone que llevan estas cenas: menú especial, sitio acogedor, música cálida, luz tenue, tal vez velas, ropa elegante, flores, puede que consiga una noche mágica. Pero si descuida los detalles y se presenta a la cena con los pelos de la nariz muy largos, arruinará el momento seguro. En las distancias cortas lo pequeño se torna básico.

Si viajas a Granada puedes visitar la Alhambra, sus jardines, la Alcazaba, pasear por los palacios nazaríes, disfrutar con el sonido del agua de las fuentes del Generalife. Puedes bajar por la cuesta del rey chico, conocida como la de los chinos, hasta el paseo de los Tristes, tapear por la calle Elvira y darte un paseo por el Albaicín para ver la puesta de sol en el mirador de San Nicolás. O subir aún más, hasta el Sacromonte, para deleitarte con sus increíbles vistas. Pero si después de un día disfrutando de la ciudad lo cierras yéndote a cenar a un Shawarma King, porque piensas que después de tan intensa jornada lo de cenar es algo sin importancia, habrás arruinado por completo tu día granadino, y recordarás solo el dolor de tripa que te entró cuando comiste la comida basura, a la imagen y semejanza de la cutre hamburguesería más famosa del mundo. Cuando al pasar los años alguien te pregunte por la belleza que contemplaste en Granada, irremediablemente acabarás contándole tu infecta experiencia gastronómica. Hay que mimar el detalle hasta el final.

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Aprovechando la cercanía de las fiestas navideñas, cuatro individuos disfrazados de Papá Noel, atracaron una tienda en pleno centro comercial de Valencia. Al parecer huyeron en un coche de alta gama, y aún no han sido detenidos. Estos delincuentes profesionales cuidaron los detalles para que su atraco fuera un éxito. Quien va a desconfiar de alguien que llega en un coche de alta gama, aunque no faltan ejemplos de la cantidad de chorizos que se desplazan en esos vehículos. Y sobre todo, quien va a desconfiar, a una semana de tan entrañables fiestas, de Papá Noel. «Ho, Ho, Ho», pegaron el campanazo por cuidar el detalle.

La vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, se fue el otro día al Primark, toma publicidad gratuita, situado en la Gran Vía de Madrid. Hasta aquí correcto, como humaniza que la todopoderosa Soraya compre ropa baratita en la misma tienda que el resto de los mortales. Pero se perdió en un pequeño detalle, dejó aparcado su coche oficial en el carril bus. Prueben ustedes, queridos lectores, a dejar en el corazón de la capital su coche un minuto en el carril del autobús, los 200 euros de multa no se los quita nadie. Al menos Soraya no atropelló la moto de ningún policía como hizo la ínclita Esperanza Aguirre, es un detalle.
Y hablando de la importancia de mimar los detalles, en mi último artículo metí un «infringir» donde debía ir un «infligir», maldito corrector. Menos mal que una tuitera tuvo la gentileza, y el detalle, de hacérmelo ver. Será solo un detalle, pero mientras pueda seguiré deseándoles feliz jueves.

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