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Todos sufrimos esa falta de conexión entre los que decimos y lo que hacemos. Es decir, todos somos, en mayor o menor medida, incoherentes. Hay incoherencias pequeñitas de ámbito personal que no causan daño alguno. Si nos calentamos en una sobremesa y le comemos el coco a los amigos sobre que lo mejor es cambiar los hábitos y comer sano, mientras nosotros nos apretamos seis trozos de pastel de chocolate con el café, digamos que le damos derecho a nuestros amigos a darnos dos collejas de las fuertes por listos, pero esa incoherencia no tendrá mayor recorrido.

En cambio si el gobierno de Pakistán prohíbe jugar con cometas y detiene a más de 200 personas por volarlas, argumentando que lo hace para prevenir las lesiones que el cordaje de las mismas puede provocar, y ese mismo gobierno levanta una moratoria que tenía sobre la inútil e inmoral pena de muerte y vuelve a ejecutar personas, uno se plantea si realmente el gobierno pakistaní se preocupa por su pueblo, o sencillamente le fastidia que las cometas vuelen. Claro que pedirle a un gobierno que se preocupe de su pueblo, es como pedir peras al olmo, templanza y cordura a Trump, o pedirle a Telecinco que emita un programa de cultura, un imposible.

En esa incoherencia que en parte nos define como humanos, les tengo que confesar, queridos lectores, que he pasado un fin de semana algo esquizofrénico. Por un lado me decía que estaba obligado a seguir de una manera u otra los congresos de los partidos políticos, porque obviamente para opinar, para replicar, has de estar informado. Y por otro me aburría tan someramente el tema que huía hacia espacios de ocio más tranquilitos. De esta manera zapeaba de vez en cuando al Canal Cocina para ver cómo elaboran ricos platos, que eso siempre relaja mucho. Pero en lugar de dejarme llevar por las manos del cocinero y la suma de deliciosos ingredientes, me puse a pensar que harán con la comida que cocinan. ¿Se la comerá el propio chef con el cámara?, si graban varios programas seguidos, ¿se lo comen todo? Ya ven, me despisto más que las 600 ballenas pilotos que han varado en las costas de Nueva Zelanda, confundidas, al parecer, por las corrientes marinas, un autentico desastre.

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Respecto a los congresos de los partidos, ¡Dios qué pereza!, con lo que mola hablar de cometas, ballenas y comida, solo tres cositas: la primera, los encuentros endogámicos tienen un valor de exaltación de líder y sentimiento de equipo, a ver cómo gestionan ahora todo eso unos y otros. La segunda, no entiendo por qué el presi Rajoy no se monta un congreso cada fin de semana, porque para él son como un masaje en los pies, donde nadie se atreve a rechistarle, ni siquiera en inglés para que no entendiera nada, aunque puede que no los haga tan a menudo porque caen en sábado y domingo y se perdería el futbol. La tercera, me queda muy claro que el partido en el poder no acabará nunca con el paro. Como Cospedal siga acaparando nombramientos de esa manera no deja trabajo para nadie, y sus curros no son precarios, ni les afecta su reforma laboral.

Así que ya ven, afirmo que debemos ejercer el derecho a réplica y estar bien informados de lo que se considera importante, para no cederle la palabra a los de siempre, y sin embargo mi incoherencia, y mi despiste, me llevan a veces a hablar de los que para muchos son chorradas, y a comerme seis trozos de pastel de chocolate, mientras doy consejos absurdos sobre una vida sana. Por cierto, cómo pican las collejas. Feliz jueves.


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