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Desbloqueo el teléfono móvil, me meto en una red social y me sorprende un vídeo que alguien ha compartido en el que un señor chino presume de tener el récord del mundo en recibir golpes de todos los colores en los cataplines. Y lo acompaña con una demostración de puñetazos, patadas y demás topetazos en los mismísimos que al común de los mortales le quitaría el aire. El señor, en cuestión, ni se inmuta mientras puñetazo va y patada viene y su compañero se los suelta con un brío y una soltura que muchos ya quisieran. Ni una lágrima de dolor amenaza con derramarse.

Cuando supero el trauma y regreso a la normalidad me asaltan un montón de dudas. ¿Cómo puñetas descubrió su poder? O sea, ¿qué estaba haciendo cuando se dio cuenta de que podía soportar estoicamente los mamporros allí abajo? Y en el momento que se da cuenta, ¿cómo entrena ese súper poder? Porque dicen que la práctica hace al maestro. Luego aparco el tema y le empiezo a dar vueltas a la gran cantidad de récords mundiales igual de absurdos que esos deambulan por el mundo y las ganas que tienen de compartirlo.

Regreso a la realidad de la red social y sigo bajando la pantalla con el dedo y entre estados absurdos, filosóficos y sin sentido acompañado de sus correspondientes fotos me sale una noticia de que han encontrado planetas con unas condiciones similares al nuestro que podría albergar vida. El universo me está hablando, luego de trastocarme el día con un video de un muchacho sacudiéndole las partes a otro, abre todavía más la puerta a la posibilidad de la vida inteligente en otro planeta.

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«¿Querrán venir?», me pregunto. Porque imagínate que los alienígenas dan el primer paso, dejan a un lado la vergüenza y bajan a conocernos y el primer ser humano con el que se cruzan es esa especie de Superman con sus Súper Pelotas, o aquel que se mete tropecientas cosas en la boca o el otro que es capaz de comerse 200 perritos calientes, entre otros genios. ¿Qué crees que pasaría si el gabinete de bienvenida lo encabezan individuos como esos? ¿O como Trump? Lo mismo a los alienígenas les entran unas ganas de exterminarnos que no se las aguantan.

Siempre nos quedará la posibilidad de mudarnos a otros planetas y empezar de nuevo. Quizás en esos sí que encontramos la vida inteligente.

dgelabertpetrus@gmail.com