TW

La primavera tiene sus más y su menos. Por un lado los días son más largos, las temperaturas son más altas, se respira un aire preveraniego y cierto optimismo. Pero, por el otro, tenemos las alergias que cada vez sufren más personas y la astenia primaveral que nos trae ese cansancio crónico, ese malestar general y esos cambios de humor. Pero lo que acaba de inclinar la balanza del lado de los que no se encuentran demasiado finos en primavera es que al principio de la misma empieza la campaña recaudatoria del Ministerio de Hacienda, aquí irían bien unos acordes de la marcha fúnebre.

Montoro llama a la puerta y a mí me recuerda a Jack Nicholson en «El resplandor» cuando rompe a hachazos la puerta del baño y dice «¡Aquí está Jack!». Durante todo el año nos machacan sin piedad con impuestos y subidas inmorales en luz, gas, y demás servicios básicos. Nos estrujan a impuestos indirectos en todas sus versiones. Nos hacen pagar un IVA abusivo en cada compra que hacemos, aunque sean productos de primera necesidad. Nos quitan un pellizcazo importante de la nómina, y llegado estas fechas, a poquito que te despistes, nos vuelven a crujir.

Bueno, vale, de acuerdo, se pagan impuestos porque hay que mantener la sanidad, los servicios sociales, la educación, y todo lo que repercute en que los ciudadanos de este país tengan calidad de vida y que ni uno solo pierda la dignidad obligado por razones económicas. Como los currantes de un restaurante chino, situado en Valencia, que eran explotados en condiciones inhumanas, currando 10 horas días por 20 euros sin ningún tipo de seguro o cobertura. Y que no salgan ahora los xenófobos, con sus argumentos de encefalograma plano, diciendo que los chinos son así, dos de los explotados eran españoles con niños pequeños a su cargo y desesperados por no encontrar un trabajo digno.

Noticias relacionadas

De verdad que si los euros que se pagan sirvieran para redistribuir riqueza y mejorar la calidad de vida de las personas en su conjunto, y que además pagáramos todos conforme a nuestros ingresos, haríamos la declaración bailando una conga y brindando con champán. Pero me temo, queridos lectores, que la pasta que nos sacan no va para eso, va a otros fines menos justos. Llámelo pagar una deuda inmoral que nosotros no hemos generado, llámelo rescatar a los personajillos que se metieron en negocios privados para ganar millones y cuando se torcieron recurrieron a los amiguetes del gobierno para que les salvaran el culo, bancos o autopistas, llámelo tapar los agujeros de los corruptos carroñeros que se lo han llevado crudo.

El famoso eslogan lo clavó: «Hacienda somos tontos», o Hacienda somos los que nos somos nadie. Ahí tienen el penúltimo caso de cara dura con traje caro, el señor Rato. Según se ha publicado el gran hombre de la economía blanqueaba dinero cuando era ministro de Hacienda, y posteriormente presidente del FMI. Vamos a centranos, el tío que dirigía la economía del país, que se llenaba la boca de la necesidad de luchar contra el fraude, que se presentaba como el gran gestor, se ha dedicado a guardarse de forma opaca millones de euros mientras nos daba la brasa a los demás sobre lo que teníamos que hacer, todo un crack.

Pongámonos todos de pie para entregarle la medalla al mérito como el mayor hipócrita del reino. Ovación cerrada, y que por favor se haga justicia porque lo que altera la sangre no es la primavera, sino estas cosas. A todos los que no tienen dinero en paraísos fiscales, feliz jueves, a los otros como que no.

conderechoareplicamenorca@gmail.com