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Planean conflictos laborales sobre servicios fundamentales durante todo el año, pero especialmente vitales para la imagen turística ahora que comienza una nueva temporada: los de limpieza urbana y de playas y el ya enquistado que se vive en el aeropuerto de Menorca y del que las trabajadoras vienen avisando desde hace meses. Las empleadas de Klüh Linaer Servicios Integrales, concesionaria de la limpieza en las instalaciones de AENA, no cobran a primeros de mes sus nóminas, sufren constantes retrasos y están en un bucle perverso. Tienen que cumplir igualmente su trabajo, es su obligación y no pueden abandonarla sin más, perdiendo con ello derechos, y como dejan las terminales limpias, el ente dependiente del Ministerio de Fomento alega que Klüh cumple su contrato.

Las plantillas de FCC reclaman mejoras salariales, la del aeropuerto ya se conforma con cobrar. Pero es que la fama precede a esta firma con sede en Mallorca: hay o ha habido protestas y quejas por el mismo motivo en distintos lugares en los que está subcontratada: la Ciudad de Justicia de la Generalitat de Cataluña, el Ayuntamiento de Badalona, Son Llàtzer, el Hospital Universitario de Alicante o el Hospital Obispo Polanco de Teruel son algunos. ¿No es suficiente ese rosario de incumplimientos en distintos territorios para que las administraciones tomen nota de la informalidad de la firma en cuestión?

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De qué vale hablar, elaborar instrucciones para la contratación socialmente responsable, si luego, a la hora de la verdad, las instituciones no pueden intervenir, se permite un contrato a costa de que los empleados no cobren y con riesgo de dañar la economía de la isla.

AENA no solo puede sino que debe entrometerse en esa relación laboral que mantiene a la plantilla atrapada, trabajando y sin ingresos para lo más básico. Las quejas se transmitieron a un director que ya no está, la pelota está en el tejado de su sucesora y la basura, si finalmente hay huelga, será cosa de todos.