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Todo el Reino Unido pendiente de la televisión. Parte de Europa, también. Al menos la parte cotilla y morbosa. La gente, atenta, a lo que pueda pasar. Resulta que desde Buckingham Palace se anuncia una reunión con carácter de urgencia para tomar y luego anunciar una decisión drástica. Uno, al que no le abandona el punto de periodista, se teme lo peor o lo casi peor, o si me apuras que la Reina Madre va anunciar el relevo. ¿La oportunidad del 'princiviejo' Carlos de tomar el mando?

Tachan. Resulta que el duque de Edimburgo, el marido florero, anuncia que lo deja. Que a sus 95 palos, Felipe dice que después del verano se jubila, que a él ya le viene bien y que está un pelín hasta los mismísimos de tanto viaje. A los 95… La mayoría de los mortales a los 95 estamos con la siesta larga y su real alteza ha seguido de jolgorio en jolgorio. Que si presidir un partido de cricket, que si estrenar un edificio, que si ahora una cena con los grandes líderes… Eso no es vida para un señor que ya ni se acuerda de lo que es tomarse un gin tonic en el bar de la esquina sin que le atosiguen.

Dicen que Felipe es patrón o presidente de hasta 780 organizaciones y que en el 2016 asistió a más de 300 actos oficiales. ¿Alguien sigue buscando el Santo Grial? No cabe duda de que el secreto lo esconde la reina Isabel y a ratos lo comparte con su marido, sino no se explica. Cómo pueden aguantar el tute que llevan a su edad, si a mí me cuesta llegar a según qué viernes.

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Imagino que Felipe, harto de ser el «esposo de», ahora se querrá zambullir en una piscina de ginebra hasta lograr el éxtasis, mientras su real señora va y viene minimizando las esperanzas del primogénito, Carlos, de lucir corona. Dicen que la última vez que mandó en algo fue cuando lo nombraron delegado de clase y que por eso está bastante mosca.

A los británicos le quedará el ejemplo de Felipe. Trabajar arduamente hasta los 95 años para luego jubilarse. Imagino que ahora se le verá entre Benidorm e Ibiza degustando menús de paella y sangría hasta que le dé un jamacuco. No me extraña porque se lo tiene merecido. Aunque no me extrañaría que el soponcio se lo diese primero a su hijo. Qué dura y larga es la espera…

dgelabertpetrus@gmail.com