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A veces se dice de dos hermanos que son como la noche y el día, es decir, que no se parecen en nada. Lo dicen en catalán, són com sa nit i es dia, y en inglés, they are like night and day. Echando un vistazo a nuestras Islas se me ocurre pensar otra vez en la noche y el día, ahora que empieza la temporada y comienzan a verse los primeros turistas. La noche sería el invierno, desde luego, cuando quedamos poca gente en esas tierras que tampoco se parecen demasiado entre sí, al menos si comparamos Mallorca, exuberante y abrigada del viento, y Menorca, de vegetación rala y a merced de todos los vientos. Estas tierras han cambiado radicalmente desde que llegó el turismo. Hemos pasado de la sociedad agrícola, levemente industrial, a la sociedad de servicios. Servicios al cliente que da más, o al que da menos, si no sabemos hacernos valer, si nos inclinamos por el turismo de masas, sol y aceite bronceador. No quiero hablar de paella, ni de sangría, ni de toreros, ni de latin lovers, porque todo ello son tópicos. Pero lo cierto es que muchos vienen a nuestras islas sin conocer otra cosa que los tópicos al uso.

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Hace años conocí a Joan Oliver, el poeta del Vallès, que firmaba como Pere Quart, el que hubo de marcharse al exilio y cuando regresó fue editor de Aymà-Proa. Su bisabuelo paterno fue el primer presidente de la Caixa de Sabadell, de modo que Pere Quart debía de saber algo cuando afirmaba que el país estaba endeudado hasta las cejas, y lo remachaba diciendo que ni siquiera vendiendo el país a parcelas podríamos recaudar el dinero que debíamos. No sé qué diría ahora, cuando han salido a la luz tantos casos de corrupción y nos hemos dado cuenta de que las obras que rodean el turismo y la cultura han sufrido un constante goteo hacia ciertos bolsillos, pero no creo que cambiara mucho de opinión viendo cómo vendemos la tierra y el sol que la calienta a touroperadores extranjeros que imponen su cultura, sus costumbres, su idioma y hasta su comida en los centros que dominan.

Esto no es nada nuevo, lo de dejar que otros exploten lo que tenemos y saquen ventaja de ello. En América se consume aceite de oliva italiano que es en realidad español. Los andaluces lo venden a granel, sacan su dinero, y no tienen que molestarse en embotellarlo y promocionarlo con denominación de origen, con lo que sacarían una tajada mucho mayor. Que trabajen ellos. Aquí nos basta con vender la tierra y el sol, y que la exploten ellos, si nos dan un parco beneficio.