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No es solamente un puñetazo. Es un asesinato. Hace unos días un chaval de 18 años mató a un anciano de 81 en Torrejón de Ardoz, cerca de Madrid. Fue a raíz de un sinsentido, de una discusión que jamás debió ocurrir en un nuevo ejemplo de los problemas de peso con los que se encuentra nuestra sociedad hoy en día. Hay una serie de elementos que propicia que los valores se pierdan y que crezca un común desprecio hacia la vida que desemboca en casos como este.

Te explico, por si desconoces el tema. Un joven de 18 años circula a velocidades anormalmente altas con el peligro que ello implica en un núcleo urbano. Un señor anciano se lo recrimina consciente de que actitudes como esa ya han provocado otros accidentes. De mejor o peor manera, eso sí, pero consciente de que ese comportamiento resulta un peligro para la sociedad. El joven, un pedazo de armario empotrado que gusto por el gimnasio, le responde con un golpe que tumba al señor con tan mala fortuna que al caer le propicia un golpe que sesga su vida. El niñato huye, cobarde, mientras la vida de Ramón se va apagando.

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Ser anciano no da la razón universal ni te autoriza para tratar a los demás de una forma u otra pero sí que te otorga la experiencia en esto que llamamos vida. Ramón –así se llamaba- llevaba 81 años peleando en el día a día. Sabe, mucho más y mucho mejor, en qué consiste este juego y la importancia de tener un comportamiento responsable para con los demás. El otro, el energúmeno, no sabe un carajo y si su opción más fácil para solventar el problema pasó por soltar un mamporro dice mucho de qué tipo de persona es.

A los 18 es cierto que las hormonas están disparadas y cuanto menos alborotadas, pero no me sirve de excusa. Ese desprecio hacia el ser humano, hacia el prójimo, es el mismo que muestran sociópatas que no tienen cabida en nuestra sociedad. Me refiero a los que maltratan, a los que atropellan, a los que beben al volante… ¿Que se ha fastidiado la vida a un chaval? No fue un accidente, el problema no fue que el anciano se golpease la cabeza. El problema real es que un adulto en potencia se tomó la justicia por su mano ante un semejante. Y esos valores no caben en la sociedad que pretendemos.

dgelabertpetrus@gmail.com