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Quiero que la travesía se convierta en un ejemplo y una motivación para otras personas porque si quieres, puedes, al menos si lo intentas». Esta era la declaración de intenciones que vertía en este diario Martí Riera hace poco más de un año, el 14 de julio de 2016.

Han pasado 355 días y el martes este forneller de 38 años convirtió el deseo en realidad. En poco más de diez horas anuló las resistencias físicas de su discapacidad derivada de la lesión medular que padece para cruzar a nado el canal de Menorca, hasta Mallorca, o lo que es lo mismo, casi cuarenta kilómetros de brazadas en mar abierto.

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La gran travesía no ha sido exclusivamente un reto personal coronado con éxito, sino una heroicidad de mayores dimensiones debido a la paraplejía que sufre el empecinado nadador desde hace diez años, como consecuencia de la fatídica caída a un foso en la fortaleza de la Mola durante una fiesta. Martí Riera, aún sin una sentencia favorable que le facilite la vida, debido al lento proceso judicial, nadó durante poco más de diez horas sin la ayuda de sus piernas. Solo doce personas habían completado este desafío con anterioridad, pero él ha sido el primer parapléjico en conseguirlo lo que da una ida del tamaño de su gesta.

El proyecto, ideado hace más de un año, tenía como objetivo sensibilizar sobre la discapacidad y la superación personal, en aras a una plena integración y normalización de la diversidad funcional en la vida cotidiana. Hay más ejemplos similares de personas a quienes el infortunio redujo sus capacidades físicas y han sido capaces de sobreponerse a ellas en el ámbito deportivo.

Pero el caso de Martí Riera aparece más cercano, más real, y nos permite poner en valor lo que ha hecho. Es un ejemplo transparente no solo para quienes padecen alguna diversidad funcional sino para todos. Como dice él, «si quieres puedes, al menos si lo intentas». Enhorabuena.