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Los hay que se toman la vida demasiado a pecho. Hasta el final. Que hacen un drama de todo y de nada y que tengo mis dudas de si lo hacen por convencimiento o porque aspiran a llevarse el Óscar a la mejor interpretación, a título póstumo. Son unos exagerados y les faltan argumentos.

El último personaje en quitarse del medio lo ha hecho, dicen, por culpa de la presión que sentía ante los compromisos judiciales que le quedaban por delante. Una presión, inocente de mi, que imagino que debía sentir cuando chorimangaba a diestro desde la oficina más alta de la torre más alta del complejo más grande y más bonito de Caja Madrid. Imagino, también, que el sudor frío y las lágrimas desconsoladas del que sufre esa presión se los secaba amargamente con billetes de 500 euros. Muy sufrido, eso sí.

Puede parecer feo meterse con alguien que ya no está o que ya no puede defenderse pero de la misma forma me irrita que esa persona -y otras- no cumplan su merecida condena y peor aún se larguen sin devolver la pasta. Porque robar está feo pero más feo es no tener ni la decencia de querer devolver aquello que has mangado. Esto muestra qué clase de persona eres y cómo se te recordará. Y los hay que aún están a tiempo pero lo malgastan defendiendo una inocencia que apesta por todos los costados.

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Equivocarse es humano y lo entiendo. Todos podemos meter la pata en esto o aquello. Hasta el más pulcro de nosotros cuenta con un gazapo en el currículum de la vida. Porque incluso ese error se convierte en una oportunidad para aprender y convertirnos en mejores personas y por consiguiente hacer del mundo un lugar mejor.

Yo me equivoqué, me equivoco y me equivocaré en mayor o menor escala pero tengo la convicción de que aunque no pueda subsanar el error me quedará el compromiso de aprender para no repetirlo.

Sé que la presión social es gigante y puede aterrar que te cuelguen una etiqueta que crees que no mereces o que te has ganado a pulso y no te apetece cargar pero... ¡ay amigo! A esto se le llama vivir. Devuelve lo que has robado y si luego no soportas la vergüenza haz lo que te venga en gana. En este caso sí que importa el orden de los factores.

dgelabertpetrus@gmail.com