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Un millón y pico se va a gastar ahora el Consell de fondos propios para reparar las cicatrices que la red de fibra óptica promovida por esta institución dejó en calles y aceras de varias poblaciones. Ese desembolso se añade a los 7,5 millones que se tiraron en la red aludida y a otra partida similar para el famoso centro de interpretación de la reserva de la biosfera en S'Enclusa y que se fundieron en gasto corriente en el Govern de Antich.

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Como se ha superado la etapa de austeridad que sucedió a la del despilfarro y estamos en el periodo de la felicidad que han traído los gobiernos de la transparencia -¿dónde está?, por cierto-, la participación y el pacto, han desaparecido la voces críticas y el análisis sobre la responsabilidad en la gestión del dinero público. Vale la pena recordar tamaño desaguisado, aquella inversión superflua que además alteró durante semanas el discurrir de la vida ciudadana y trastornó el sueño de muchos. Esto último no tienen nada de metafórico, algunas tapaderas de los registros mal colocadas causaron incordio a varios vecindarios.

La cuestión es que en el Estatut de 2007 se reconoció deuda del Estado en inversiones en la comunidad balear y se presentaron varios proyectos de financiación estatal, unos más acertados que otros. Entre los primeros, quizás, las salas culturales polivalentes de Sant Lluís y Ferreries. Entre los prescindibles, seguro, esa red de fibra óptica propia -endogámica, más bien- para conectar la infraestructura administrativa del Consell y la Comunidad, prescindible porque Telefónica -que ahora firma como Movistar- desplegó al mismo tiempo red de fibra óptica por toda la Isla. Era ese dinero que llaman de Madrid y, por tanto, bien está que se gaste aquí. Aquí está enterrado, efectivamente, y para adecentar la sepultura colaboramos con otro milloncete. No solo no se piden responsabilidades a los lumbreras de aquella iniciativa, que coincidió además con la sentencia Cesgarden, sino que tenemos una democracia magnánima que les permite seguir en la gestión del dinero público. Volverá la austeridad, qué remedio, y las críticas a Madrid porque no invierte suficiente.