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La mejora del transporte aéreo -conectividad lo llaman ahora- constituye una veta inacabable para la reivindicación que se genera desde Menorca, comprensible desde el punto de vista estratégico para un territorio insular. Menudean las noticias sobre el campo de aviación, «Més pide una OSP con los vuelos a Barcelona a 20 euros por trayecto» es el título de la publicada ayer mismo y probablemente muy pocos estarán en desacuerdo. Se podía proponer otra tarifa, si tenemos en cuenta que la reivindicada hasta ayer con Palma era de 30 euros y parece ilógico plantear un precio más bajo para un viaje más largo y menos justificado además que el de la capital de provincia. El detalle cuestiona la credibilidad y a cambio destapa el tinte de la iniciativa, que apunta más a desgastar a quien no da y a reforzar el carácter de lucha menorquinista de quien lo propone.

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Madrid es el culpable de nuestros males. Que no se esfume el argumento motor de quien carece de mejores ideas y, sobre todo, de capacidad para arreglar lo que tiene más a mano como, pongamos por caso, el transporte público entre el aeropuerto de Son Sant Joan y Palma, que no es un problema municipal que afecte a los palmesanos, que también, sino de cohesión de la comunidad. Un billete a nuestra isla vecina se puede comprar ahora por 10 euros y el del autobús que completa el viaje para llegar al centro de la ciudad cuesta cinco, es decir, el 50 por ciento del billete aéreo. Fue el portavoz de Més per Menorca quien hace un año más o menos lanzó la alarma sobre ese abuso, más desproporcionado ahora que, gracias a Madrid -y a Canarias- el precio del avión ha caído a mínimos insospechados. Se silencia el problema, ahora no están en el gobierno porque es más confortable estar fuera, mirar hacia otro lado cuando es preciso e instalarse en la reivindicación eterna.