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Uno de cada cinco votos sería ahora mismo para Ciudadanos, que en unas elecciones sería la tercera fuerza por detrás de los dos grandes del que se ya conoce como viejo bipartidismo, PP y PSOE, quienes sin embargo suman juntos la mitad de los votos. Es uno de los datos que refleja la última encuesta del CIS, el empuje de los naranja contrasta con la tendencia a la baja de los morados cuyo líder es el peor valorado.

Mucho tiene que ver en el trabajo demoscópico todo lo sucedido el famoso 1-O y sobre todo la coherencia del mensaje de unos y otros ante tamaño desafío al sistema político. Quien ha apostado por un mensaje claro obtiene el premio de la coherencia y quien siguen moviéndose en la ambigüedad del «estar con la gente» y la equidistancia del «tan culpables son en Madrid como en Barcelona» han recibido el castigo de la indiferencia.

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Las encuestas marcan sobre todo tendencias y como tal han de tenerse en cuenta. En un análisis simple, Ciudadanos sube siete puntos en intención de voto, que son los mismos que baja el PP, una aritmética elemental explica el desplazamiento del voto y define que el mismo electorado abastace ambas opciones, pero el partido de Rivera también muerde al PSOE, que pierde un punto respecto al barómetro electoral de noviembre. Aprovecharía la ventaja teórica de situarse en el centro y mantener suficiente cintura para pactar con unos o con otros o cuando menos facilitar el gobierno del más votado como ha hecho hasta ahora.

La encuesta es nacional, pero el próximo pastel a repartir es el del poder territorial. Ante las elecciones locales del próximo año, el partido de Rivera, que agrega motivos para encarnar en la política española el papel de Macron en Francia, aparece como clave de ese reparto, un reto que también en Menorca está dispuesto a asumir.