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Hacerse viejo es tener canas y arrugas. Hacerse viejo es perder vista y oído. Hacerse viejo es contemplar una nevada y pensar que podemos resbalar y rompernos una pierna, antes que pensar en hacer un muñeco de nieve. Hacerse viejo es hacer más ruido al levantarnos de una silla que unas maracas rodando por unas escaleras. Hacerse viejo es saber el nombre de al menos diez tipos diferentes de pastillas. Hacerse viejo es ir a la playa y pasar más tiempo en la arena que dentro del agua. Es cierto, todo eso es hacerse viejo, y sin embargo mola un montón, entre otras cosas porque la alternativa es peor.

Porque al ir acumulando años, también vamos acumulando experiencias, emociones, olores, caricias, lágrimas y risas. Debemos huir de la nostalgia y de afirmaciones del tipo «es que en mis tiempos». Mientras estemos por aquí, con cincuenta o con noventa años, son nuestros tiempos, y tendremos voz y voto, o es que ¿los tiempos de uno duran lo que dura la juventud y cuando se alcanza la madurez, o la vejez, los tiempos empiezan a ser de otros? Debería ser que no, ya saben la cantidad de viejovenes que hay, y la cantidad de joviejos que existen. Todos, queridos lectores, deberíamos ser algo más sabios con cada día vivido.

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Así que tirando del refrán que da título al artículo le pido al presi, a don Mariano, que no vaya por la vida, por favor, dando consejos. Él que está ahí para gestionar lo público no puede ir dando consejitos para decirnos que lo mejor es lo privado. Él que debería saber que somos el segundo país de Europa con más paro, y que el sueldo medio neto no alcanza los 1.000 euros, no debería ir diciendo que tendríamos que ahorrar para pagarnos las pensiones y la Educación. Él que ha rescatado a los bancos con miles de millones de dinero público, no debería ser el comercial que les vende los productos. Él que tiene en las filas de su partido cientos de personas imputadas por corrupción, que han dilapidado miles de millones de todos los ciudadanos, no debería dar consejitos de ahorro y honestidad a nadie. Él que le ha dado a la hucha de las pensiones y a la Educación los mayores hachazos de su historia, no debería sentar cátedra diciéndonos lo que deberíamos hacer con nuestro dinero.

De verdad, don Mariano ahórreselo usted. Imagine que le fueran diciendo por ahí que lo de la barba blanca y el pelo oscuro canta mucho, y que no debería abusar del tinte. O que eso de ir a bodas gais, como la de su compañero Maroto, cuando usted, y su partido, se oponían frontalmente a que los gais se casaran es una hipocresía tamaño campo de futbol. O que bailando canciones de Raphael tiene usted el mismo arte que un coreano por bulerías. O que sus consejos son realmente hilillos de consejo que se suelta el presi plasmao, por su afición a salir tras una tele cuando la cosa se tuerce. O por último, que alguien le dijera marichulo, porque cuando le pregunta por la brecha salarial que hay entre mujeres y hombres, usted contesta que no toca meterse en eso.

¿Verdad que se mosquearía presi?, porque usted ya tiene una edad, y lleva el suficiente tiempo viviendo de la política, como para que vengan ahora unos mindundis a decirle lo que debe o no debe hacer. Pues eso, ya que usted tiene el poder de hacer leyes tan chulas, y que tanto le benefician, como la mordaza, o su reforma laboral, deje los consejos para otros, para los que puedan predicar con el ejemplo, si es que los hay. Que tengan todos un feliz jueves, y no es un consejo, es un deseo.