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El Instituto Balear de Estadística ha revelado que los turistas dejaron en Menorca 1.329 millones de euros el año pasado, lo que supone un incremento sustancial de 181 millones respecto al curso anterior.

Cada visitante de cuantos llegaron a la isla en 2017 gastó una media de 909 euros durante su estancia con lo que el aumento general de un año a otro alcanzó el 15,8 por ciento.

Las cifras no dejan de guardar una relación directa con la llegada superior de turistas entre los meses de mayo a septiembre, en los que se concentró la mayor parte del gasto en Menorca de esos 1.329 millones de euros.

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Sin embargo esos mismos resultados discrepan de las opiniones que vierten normalmente hoteleros y restauradores, siempre habituados a minimizar las ganancias cuando éstas se han producido y a lamentar las pérdidas en la época de crisis. La presencia de más turistas, han señalado con reiteración, no tiene por qué traducirse en que se mejoren las cuentas de resultados porque no gastan o gastan poco.

Atendiendo a esa estadística juega un papel fundamental el turista 'no controlado', es decir aquel que ha llegado a Menorca para alojarse en los alquileres turísticos no regulados, en casas particulares exclusivas o compartidas en núcleos urbanos o turísticos como ya no podrán hacer, en principio, con las nuevas disposiciones.

Quiérase o no, tengan mayor o menor poder adquisitivo, esos visitantes han realizado un dispendio obligado los días que han pasado en Menorca porque han tenido que comprar, alimentarse y desplazarse durante su estancia. Solo así se explica ese notable incremento en el gasto global que, además, ha derivado en un beneficio más repartido por los mismos alquileres de particulares y resto de negocios. Digan lo que digan, todos han ganado más. Falta que lo hagan también los trabajadores del sector.