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Que la climatología influye en las sociedades está más que demostrado. Es normal que se haga más vida en la calle en los países mediterráneos que en los países nórdicos. Tomarte unas cañas con los amigos en una terracita de Menorca en enero es posible; hacer lo mismo, en las mismas fechas, en Dinamarca es arriesgarte a que se te caigan las orejas por congelación.

Y en esa conexión climatología sociedad hemos encontrado una muy loca, el clima está cambiando y pasamos del frío al calor en menos tiempo del que tarda Rafael Hernando en insultar a alguien, la penúltima patada en la boca se la ha dado a los pensionistas diciéndoles que salgan a la calle a manifestarse ¡para dar gracias al Gobierno! Ese es el portavoz del partido en el Gobierno, seguro que por Sant Jordi se compró algún libro del tipo «Diplomacia activa. Las 100 maneras de usar el puño americano».

Pues eso, que nos hemos quedado con el verano y el invierno y hemos mandado al carajo al otoño y a la primavera. Lo mismo en las sociedad actual, nos quedamos con los muy ricos, los que les sale la pasta por el culo y tienen baños de chorrocientos metros cuadrados con acuarios de peces tropicales, y los muy pobres, los que comparten taza de váter en un piso patera, porque con las miseria de sueldos es imposible alquilar un espacio más digno. Adiós clase media, hasta nunca, atrincheraos los cuatro que quedáis y rezad porque un nuevo impuesto, para tapar una nueva corrupción, no os empuje al magma de la indigencia, vuestro tiempo ya paso, sois los últimos mohicanos del ascensor social, la reserva de lo que se vendió como capitalismo amable, vaya flipe.

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Pero no nos dejemos llevar por el desanimo, arriba esa moral que el sol ya pica y hay que empezar a planificar las vacaciones. Como la pasta para ocio es escasa, o nula, les propongo, queridos lectores, una serie de destinos de lujo a coste cero y todo incluido. Coja aire para soportar tanta emoción y pase al párrafo siguiente.

El primero Nueva York, en una casa céntrica de once habitaciones, cuenta con pista de squash y con personal de servicio permanente. Es una residencia que tiene el Gobierno, vamos que pagamos nosotros, y en la que ahora vive Jorge Moragas, ese tipo siempre en segunda fila que se lo lleva crudo sin armar ruido. El segundo París, un piso de 500 metros cuadrados en la lujosa Aveneu de Foch, magnificas vistas al Arco del Triunfo, cuesta miles de euros mes, pero ni se inmuten, paga el Estado, ahora está allí viviendo el exministro de Cultura, el nefasto señor Wert, como cuida el imperio a sus mercenarios. El tercero Ginebra, una casita bien situada en el casco antiguo, incluye un Volvo para los desplazamientos, allí vive ahora Iñaki Urdangarin, y por la pasta no se preocupen, ya saben que se paga generosamente a las monarquías, eso sí, vigile la cartera si el condenado por prevaricación y fraude está cerca, nunca se sabe.

Si les da pereza salir al extranjero podemos apañar unos cruceros en yate con los amigos del señor Felipe González, o los del señor Aznar, algunos en común, a bordo se fuman buenos puros y se bebe buen vino, basta con poner en Google «ex presis y yates» para ver las fotos. Existe la opción de navegar por el Atlántico en un barco con el señor Feijóo, pero alguno que sale con él en la foto parece que es más de Pablo Escobar que de domingos en familia. Ya ven, vidas a cuerpo de rey, ¿eh majestad?, pagado con el dinero de todos los ciudadanos, también llamados 'paganinis sumisos'. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com