TW

Curiosa hendidura en medio del estómago. Es la primera cicatriz que tenemos después de nacer. Es la señal, el testigo, desde el que se brindó en su momento el alimento y el oxígeno al feto mediante el cordón umbilical.

Es tiempo de ombligos. El calor se deja sentir tímido en la Isla y enseñamos nuestros cuerpos a las olas del mar. Así el ombligo cobra protagonismo. Un circulito, la huella de esa conexión vital de madre a hija, de madre a hijo. Que perdurará toda la vida.

Cuando veo un ombligo, veo y siento que esa persona tiene o tuvo una madre. Y que alguno de sus progenitores le curó el ombligo hasta caer el trocito de cordón umbilical, lo que les unía. Y al nacer hacen su primer paso a la independencia.

Hoy en día en el plan de parto, ya hay madres y padres que prevén dejar unos instantes unidos mediante el cordón ya fuera, y haciendo piel con piel. Y cortar el cordón el padre o la madre -si es que no les da un jamacuco-, una vez deje de latir el cordón.

En mi experiencia el cordón de mi hija lo cortó mi pareja. Y curó su ombligo. Con mi hijo corté yo el cordón y se lo curé. Y a usted lector ¿quién se lo cortó, quién se lo curó? Tire del cordón para saber de su inicio más primario. Ahí arranca su historia fuera del vientre de su madre.

Noticias relacionadas

ES MARAVILLOSO cuando veo un ombligo. La señal de que una vez estuvimos dentro de un ser humano, de una mujer. Y espero que aunque la ciencia avance sigamos siendo las mujeres las que alberguemos vida en nuestro interior. Un poder que nos hace imprescindibles y poderosas. No solo por dar vida, sino por transmitir emociones, sensaciones a nuestro feto.

El ombligo, un surco delicado en medio de nuestro cuerpo que habla de nosotros, de nuestro vínculo más intimo con nuestra madre. La mejor herencia, la señal de darnos vida.

Solo por tener ombligo habría que tener respeto al ser humano. De acompañarlo, de guiarlo cuando se está criando. Para que crezca en armonía con su ser, y llegar a la edad de adulto siendo una persona feliz, equilibrada. De respetar sus derechos, de darles sus libertades. De no agredirlo, ni vulnerarlo, ni matarlo por respeto a la madre que lo parió.

El ombligo, el ring-ring que a veces se le llama para hacer gracia al niño. Es curioso que cuando viene el verano los niños de 2 años les encanta enseñarlo. Es su descubrimiento cuando dejan el body y se visten más ligeros, pudiéndose levantar la camisita o el vestidito para enseñarte orgulloso su ombliguito. Se lo enseñan entre ellos y también a todo familiar o persona que se precie. Es curioso porque a partir de esa edad son el 'ombligo del mundo', es su persona su 'yo', y 'mío' lo que impera en su vocabulario.

@sernariadna