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No queda otra que celebrar que, parece, que los espachurramientos crónicos y súbitos contra el suelo desafiando la ley de la gravedad y de lo insólito, científicamente conocidos como 'balconing' están menguando. El otro día escuchaba al regidor de Palma de algo relacionado (no prestaba demasiada atención) celebrar que el susodicho arte de estamparte contra el suelo desde el balcón de un hotel camino de la piscina forma parte del pasado. Parece mentira, ¿eh? Y no ha hecho falta años de evolución, 'solamente' algunos años de recoger 'balconeros y balconeras' faltos de convencimiento y de fortuna, que se quedaron cortos de impulso y de inteligencia, supongo.

Ya lo comenté por aquí cuando proliferó el 'arte' y los incidentes se daban a cada semana. Comentaban, por entonces, que la sociedad británica estaba preocupada porque no sabía lo que le pasaba a sus jóvenes que venían a Balears e interrumpían súbitamente sus vacaciones por un mal salto al agua. Como te decía, a día de hoy parece que se ha superado esa obsesión adolescente de flirtear con la muerte y las lesiones medulares, y aunque no se conozca qué comportamiento científico ha llevado a ello, se celebra que los hábitos sean otros.

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Puede parecer una tontería o que banalizo con un tema serio pero es que ¿en qué cabeza cabe que a una persona se le ocurra lanzarse al vacío desde un balcón por muy grande y profunda que parezca la piscina? Si el coscorrón que se llevó Newton al caerle la manzana en la cabeza fue lo suficientemente considerable como para hacerle desarrollar la Teoría de la Gravedad, yo no quiero saber lo dura que puede ser una jaqueca por un gatillazo de 'balconing'. Lo mismo da para desarrollar toda la teoría de la evolución humana. O de la involución, claro.

Pero ya viene bien saber que los servicios sanitarios baleares dejarán de atender a este tipo de clientela. Ahora los esfuerzos deberán centrarse en esa especie en crecimiento que también se suele espachurrar desde las alturas pero en este caso es por pasar de una habitación a otra en los hoteles saltando las barandillas, en lugar de ir por el pasillo como las personas normales. Quizás la solución pasa por subir la altura de los muros… O que en el lugar de origen hagan cursos valorando la vida como se merece. En fin.