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Si yo te hablo de Freda Jackson puede que no tengas ni la menor idea de quién es. Si en cambio te hablo de la iluminada que ha puesto una denuncia y quiere que le devuelvan el dinero de sus vacaciones porque en Benidorm había «demasiados españoles», ya te queda todo más claro, imagino. Nadie le habrá dicho, supongo, que las probabilidades de encontrarse una horda de españoles en España y en agosto eran, cuanto menos, muy altas. Y que llegara ella misma a esa reflexión, entiendo, era pedir demasiado.

Entiendo la desilusión, es la misma que se llevan un montón de norteamericanos que llegan a España, Barcelona por ejemplo, y descubren que no están en Méjico ni en nada que se le parezca, y entonces su gorro de medidas desproporcionadas les hace más ridículos si cabe. O similar a la de aquellas personas que quieren vivir al máximo las fiestas de Menorca y les chirría que haya tanto caballo por en medio.

Miss Freda Jackson, a sus 81 años, debería entender que la mejor forma para no encontrarse con españoles es, por ejemplo, no ir de vacaciones a España. Aunque vaya donde vaya, siempre se encontrará a alguien de Alaior, no falla.

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A mí me pasa algo similar con los chinos y sé, por ejemplo, que si viajo a China será con premeditación y alevosía y por lo tanto tendré prohibido quejarme por mucho que me parezcan maleducados, entre otras cosas. Me los encontré en Tailandia, por ejemplo, y he tenido que tolerarlos, también, en Maldivas. No son mala gente, son chinos y como tales tienen sus costumbres que nosotros no entenderíamos en años y que ellos ven como lo más normal. Y al revés.

«Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente», decía Mark Twain, y conviene saber diferenciar que no todos los españoles somos iguales, ni todos los chinos. ¡Caramba! No todos los británicos están como locos por espachurrarse el cráneo con lo del balconing. Hay que saber diferenciar y no hace falta ojo clínico.

Miss Freda se podrá quejar de que la paella esté poco hecha, de que a la sangría le falte vino o le sobre fruta, de que la versión de «Pajaritos por aquí» solamente suene en castellano pero de exceso de españoles, no. Al menos no en España. Porque si no quiere españoles, seguro que en el patio de su casa encontrará a pocos.