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En el baúl de los recuerdos cabe cualquier objeto, cualquier detalle; una foto, un abanico bordado, un disco, una música, una canción... Están tocando nuestra canción, suelen decir algunos viejos enamorados: la canción que bailábamos o escuchábamos en nuestra juventud. De pronto nuestra memoria se traslada al tiempo en que sonaba esa melodía. «Lili Marleen» sería un caso típico, la canción con que lucharon alemanes y aliados durante la Segunda Guerra Mundial, popularizada por Marlene Dietrich, el estribillo que estaba en la cabeza, en la ilusión de los soldados de ambos lados. Incluso los voluntarios españoles de la División Azul cantaban una versión muy suya de «Lili Marleen» que afirmaba que cuando vuelva a España con mi división llenará de flores mi niña su balcón. Mientras escribo tengo a la vista un cuadro que lleva la fecha de su confección, 1974. Este cuadro lo vio mi madre, que decía que era como una caricatura muy acertada de mí mismo en mis años jóvenes. También lo vio mi hermana, que coincidía en decir que por lo menos no me había idealizado. Lo vio Josep Maria Llompart, que dijo que el cuadro tenía mucha personalidad. Y lo han visto mis hijos, y mis amigos. Yo me pregunto si sería posible meternos todos en el cuadro y reunirnos de nuevo, los presentes y los ausentes, los vivos y los muertos. Naturalmente que no es posible, pero la memoria sí lo hace, nos une en el tiempo y la distancia, en la juventud y en la vejez.

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Es el inmenso poder de la memoria. Por fortuna la memoria es selectiva, tendemos a olvidar con más facilidad lo negativo y quedarnos con lo positivo; por esa razón cualquier tiempo pasado nos parece mejor. Esto lo afirmaba ya Jorge Manrique, pero es un hecho científicamente comprobado. Por eso Karina cantaba que buscando en el baúl de los recuerdos cualquier tiempo pasado nos parece mejor, según una creación de Tony Luz. El baúl de los recuerdos del pasado nos condiciona en el presente, influye en las decisiones que tomamos y en las elecciones que hacemos. Por fortuna, nuestra memoria es como una cinta magnética en la que se borra casi todo lo malo, de otro modo, de recordar solamente lo negativo, viviríamos atormentados. Que es lo que les puede llegar a suceder a los que padecen hipermnesia, que son minoría, personas capaces de recordar hasta el más mínimo detalle de cualquier día pasado, lo que desayunaron hace 25 o 30 años, lo que estudiaron, lo que vieron esa noche por la tele, y hasta lo que pensaron.