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Escupir está igual de feo que hacer el amago de escupir. Ambas reacciones se resumen en una increíble falta de respeto hacia la persona a la que se pretende dirigir el salivazo y dejan, al francotirador como un guarro, un maleducado y un impresentable. La polémica vivida estos días en el Congreso de los Diputados alrededor del esputo ejemplifica la grave crisis institucional por la que atraviesa España.

Al margen de si hubo o no gargajo, o si, en caso de que lo hubiese, hizo diana o no, una cosa deja clara. Que se quieran producir reformas y cambios no tiene que ir ligado a la falta de educación, al menos no en una de las salas más mediáticas del país.

Yo entiendo la frustración del señor Borrell, en este caso supuesta víctima de la supuesta flema del señor Salvador. A nadie le gusta que le escupan o que hagan el ademán de hacerlo ya que supone, además de una guarrada, una falta de respeto y una herida en el orgullo. Lo digo por experiencia.

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No es solamente por la saliva, que es improbable que duela o mate, a no ser que el herido sea Luis Suárez o Neymar, sino porque resulta asqueroso tener que limpiarse las babas y los mocos de otro, cuando suficiente asco da limpiarse las propias. Es algo más, el orgullo, la impotencia y el mal cuerpo que te queda, cuando además estás convencido de que no has hecho nada que justifique semejante reacción a cargo del francotirador de turno.

Pero ya viene bien. El señor Borrell y sus indignados compañeros de formación, ya saben o intuyen lo que es que te escupan y pueden experimentar y sentir mejor y en primera persona lo que hace unos meses hizo su flamante, viajero y embustero presidente cuando para llegar a donde está, en lugar de ganar unas elecciones se dedicó a firmar pactos con terroristas.

¿Cómo crees que se deben sentir las víctimas del terrorismo al ver que el presidente de España lo es porque ha pactado con los descendientes políticos de ETA, Bildu? ¿Y qué sienten la mitad de los catalanes que no están a favor de independizarse y que ven como el jefe político hace concesiones sin parar a los que quieren dinamitar la relación entre Cataluña y el resto de España? Por cierto, los mismos que quisieron escupir al propio Borrell. Curioso.

En cualquier caso, condeno estos y otros escupitajos -reales o simbólicos- que han sufrido los españoles independientemente de quién escupa. No se deben tolerar comportamientos salvajes. Aunque te vayan un puñado de escaños en ello. Quizás, entre tanto viaje, tanto postureo y ‘tontureo’ vaya siendo hora de empezar a mirar por el bien de los españoles. O tenderles, como mínimo, un pañuelo para que se limpien.