Nunca había hecho galletas de Navidad hasta este año, que me he estrenado. Las hice unas con mantequilla receta alemana, y otras sin mantequilla. Lo que más me gusta de hacer galletas son los olores que envuelven a la casa, haciéndola hogareña. Y el ambiente que se produce. La mamá haciendo la masa, y pasando el rodillo. Los niños con los moldes cortando la pasta. Y el papá poniéndolas en la bandeja del horno. Pero antes de depositarlas ahí, para hornear, democráticamente elegimos de qué sabor la queremos: si las decoramos con azúcar vainillado, de chocolate, de anís, de canela, de sésamo, de azúcar glas. Es divertido. Nutricionalmente lo peor. Pero dentro de lo malo es mejor hacerlas caseras en casa que comprarlas, y evitamos los «E-xxx». Preparándolas me di cuenta de lo laborioso del quehacer de nuestros antepasados, lo hacían todo y no compraban nada hecho. Quizás intercambiaban manjares, lo que no tenía uno lo tenía el otro y así la mesa de la familia quedaba completa. Vinieron los tiempos modernos y ahora es inimaginable trabajar en la cocina como se hacía antes. «Hemos comprado el tiempo» pero me pregunto si lo hemos comprado para disfrutar más de la familia o del ocio en sí. Si es hablar del ocio, estamos más enganchados al móvil. Y si es por la familia apenas nos sentimos con las prisas de vestirnos, y de llegar en punto a los sitios.
Supervan Family
Galletas navideñas
12/12/18 0:22
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