TW

Una de las caracterísicas de la Administración es su pesada maquinaria y la exasperante lentitud en la ejecucion de proyectos que pasan de unos presupuestos a otros sin haber sido ejecutados. Un repaso a las cuentas de la comunidad autónoma del año que se ha ido revela que al menos veinte millones de la inversión pública prevista en Menorca se ha quedado colgada.

Se acaba la legislatura y algunos de esos compromisos -puerto de Fornells, lodos tóxicos de Ferreries, estación de autobuses de Ciutadella, escuela de adultos de Maó- han sido anunciadas y publicitadas año tras año. No extraña que casi todos los candidatos que aspiran a repetir utilicen como argumento el «quedan muchas cosas por hacer». No mienten, pero tampoco dicen toda la verdad del porqué no se han hecho.

Noticias relacionadas

Es el dinero público que se arrastra de un ejercicio a otro, inversión reptante que no parece tener prisa por llegar a destino. El caso más extraordinario es el de la ecotasa, solo uno o dos proyectos habrán sido ejecutados al final de mandato, un triste balance que desmonta la campaña publicitaria que alumbró el impuesto turístico.

Explicaron los gestores políticos del tributo que la complejidad burocrática de un «impuesto finalista», como fue llamado, ha impedido la agilidad. El profesor Antoni Riera, invitado a una de las sesiones de divulgación del impuesto en el IME, explicó que los impuestos no son finalistas sino que forman parte de la recaudación tributaria general. Las obras en depuradoras y patrimonio público deben ser financiadas con los presupuestos, que en todo caso se verán mejorados con esos ingresos extraordinarios.

Al final, los proyectos seleccionados tienen poco de turísticos y mucho de infraestructura general con compras inmobiliarias que poco o nada se avienen con la mejora del producto o el destino.