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El lunes pude asistir a un taller de música en el colegio de mis hijos. Y estaba la incógnita de la respuesta de los padres. El taller iba dirigido a P-1,5 y a P-2. ¡Lo menos había 30 padres!, la mayoría madres y algún padre. Pero ya es importante saber que ellos también participan.

Lo curioso del taller no es que los niños se implicaran, eso lo tenía más que comprobado. La música es un estímulo fantástico para su cerebro. Lo que me llamó la atención fue la actitud de los padres. Creo que esa tarde todos tuvimos la oportunidad de vivir nuestra segunda infancia y la tercera infancia, pues también habían abuelas.

Hace unas semanas, ya lo decía una mamá mientras esperábamos la salida de nuestros hijos a medidodía: «vivir la vida a través de sus ojos es como vivir nosotros una segunda infancia». Y tenía razón. Lo dicho me hizo reflexionar sobre este tema. Y hay padres y me incluyo que nos implicamos tanto en las actividades de nuestros hijos que es como si viviéramos esa segunda infancia, pero perfeccionada. Es decir, todo lo que como padre no recuerdas de tu infancia, o a lo mejor no viviste, o no tenías la presencia de tus padres lo rectificas, o mejoras con tus hijos. La diferencia, ahora, es que tú como madre/padre lo estás viviendo con intensidad, y a ellos se les quedará el recuerdo vago de algo bonito, pero no el detalle que ya tú guardas en la memoria.

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La implicación llega a tal nivel, que algunas mujeres que recientemente han dado a luz al tercero o al segundo de la familia dejan a su bebé en casa al cuidado de alguien que les quiera como el papá, o los abuelos, y se van a hacer el taller con sus hijos mayores, con dos años que tienen pero ya son los mayores. Para que ellos noten que mamá y papá siguen igual de implicados con ellos, aunque ya sean los mayores y haya nacido su hermanita o hermanito. Eso me emociona. Seguir dándoles su espacio, para que no se sientan menos. Eso hay que valorarlo, sobre todo porque la mamá aún está recuperándose del parto.

En mi caso, hice el taller con mi segundo hijo. Y lo agradeció. Hubieron dos momentos espontáneos de mi hijo que me abrazó y me besó, como diciéndome «gracias mamá por compartir este momento solo conmigo». A veces cuando tienes dos, tiendes a hacerlo todo juntos y siempre. Pero hay veces que hay que darles el espacio a cada uno, para que se sientan entendidos, atendidos, escuchados, amados.

Ser madres y padres muchas veces se necesita de intuición. De observar y valorar. Siempre con naturalidad. Y de amar por igual.

@sernariadna