TW

Los padres no somos superhéroes. El otro día escuchaba a mi pareja decirle a nuestro hijo que es Spiderman, solo para que el niño se distrajera y no se subiera a su rabieta. No, no eres Spiderman, eres su padre. Esta anécdota me recordó a una amiga que me contó la experiencia de su hijo que le ponían gafas por primera vez, tenía unos 5 o 6 años, y para consolarle porque ella entendía que llevar gafas sería una lata, le dijo que era un superhéroe con antifaz. Y él le rectificó a su madre, «mamá no soy un superhéroe, son gafas». Los niños siempre tienen la razón. Me pareció de lo más inteligente la respuesta, porque si a Alejandro se le ocurre decir que le han puesto gafas como a los superhéroes en el patio con los amigos, las carcajadas aún se estarían oyendo. Ya es preadolescente. Lo mismo haría mi hijo, si se cree que su padre es un superhéroe podría caer en el ridículo por parte de sus compañeros, o que le increparan diciendo que es un mentiroso.

Durante unos años cuando vivía en la península y pasábamos por alguna edificación parecida a un castillo mi padre siempre nos decía a mi hermana y a mí que su primo vivía allí. Su primo era el conde Drácula. Nunca me lo llegué a creer por completo. Aunque había una parte de mí que decía, «madre mía si fuera cierto». Ahora que soy madre sigo pensando en el primo de mi padre, pero lo curioso es que nunca ni mi hermana ni yo lo cometamos con nadie. Supongo que ya éramos mayores, 8-9 años, y el sentido del ridículo ya lo apreciábamos.

A los niños hay que decirles la verdad. Primero porque es una cuestión de confianza, y segundo que una trola como esta pueden dejarlos mal parados a ellos y en consecuencia la relación paterno-filial.

Noticias relacionadas

«Las mentiras tienen las piernas cortas» dicen algunos. Ya les estamos enseñando a mentir. Después nos sorprendemos si nuestros hijos nos mienten. Podemos empezar así, con esta idea de personajes animados. Pero después se puede llegar a hacer mentiras piadosas que al final siempre nos pillan. Lo que es, es, y punto.

Nuestro hijo nos creerá si somos naturales con ellos, sino la frustración y el desengaño puede superarlos y encontrarse entre tierra de nadie sin saber si confiar o no.

Hay anécdotas de padres o tíos que fingen ser magos, sacar una manzana de las orejas del niño. Decirles que hoy lloverá porque previamente te has mirado el parte,... puede ser anécdota o puede ser desengaño para ellos. Puede ser un juego o no. Pero si se hace, por hacer la gracia -al final y al cabo el adulto juega con la inocencia del niño- después hay que decirles la verdad.

@sernariadna