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Estos días apetece, si no has marchado de vacaciones, quedar con los amigos o familia. Y hacer planes con los niños. Los días son largos. Se pueden vivir con ellos tradiciones divertidas de otros países como esconder huevos de chocolate o huevos duros pintados y encontrarlos por el salón o por el jardín, si el tiempo acompaña. También es divertido hervir los huevos de cáscara blanca y pintarlos con rotulador o acuarela. Hacer monas de pascua como las de Valencia.

Es curioso, como cada fiesta tiene su propia gastronomía y compartirla con los niños es una manera de inculcarles las tradiciones a través del estómago.

En Menorca estos días de lluvia, uno se ha tenido que recoger en casa más que menos, y a los niños hay que ofrecerles actividades. Se ha podido ver en las redes sociales desde jugar a dominó, a cartas, hacer dinosaurios de papel maché,... es curioso como la lluvia de abril hace crecer la creatividad.

También es momento de viajar, de ver a la familia los que se encuentran desplazados. O de participar en las procesiones de Semana Santa, siempre acompañadas de pestiños con miel, torrijas, ... y otras variedades dulces.

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Unas Pascuas con cierto regusto a campaña política que los niños no entienden. Mientras todo un país está paralizado por las elecciones los niños van a su ritmo, antes prefieren a Pepa Pig que a cualquiera de los candidatos a gobierno.

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El odio ¿cómo puede cultivarse?, ¿cómo puede vivir?. El odio cómo puede habitar en una piel humana.

Prefiero pintar huevos de Pascua y, alimentar a los pequeños con gastronomía tradicional, y darles valores de recogimiento, de creatividad, de disciplina, de trabajo en equipo. De momentos familiares, de estar juntos. De saltar a la comba, o a la cuerda. De salir al campo y pasear juntos. Pero sobre todo de abrazarnos y besarnos. Eso es lo que queda en sus mentes y en su piel para siempre. Esa semilla les hará ser mejores personas el día de mañana. Y hacer acciones positivas que sumen a un mundo que les dejaremos como herencia.