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Deberán andar con pies de plomo los pequeños traficantes de todo tipo de bazofia tóxica con la que se llenan los bolsillos los fines de semana en las zonas de ocio de la Isla, especialmente en los puertos de Maó y Ciutadella, aunque esa misma droga corra por muchos rincones de Menorca.

La Policía Nacional detenía el pasado sábado a dos estudiantes de Ferreries acusados de tráfico de sustancias estupefacientes, esas pastillas que tanto circulan en la noche, y uno de ellos, de homicidio imprudente por su presunta relación con la muerte del joven de Cala en Porter.

Fueron dos los detenidos en este caso, aunque su implicación directa con el hecho luctuoso está por probar, pero el trapicheo en las zonas de ocio está extendido y no son dos sino decenas y decenas los que ofrecen material a jóvenes y adolescentes que quieren adquirirlo, desde marihuana hasta cocaína por no ir más allá. Sucede que el peligro real, una dimensión aproximada de lo que puede ocurrir en la calle en una situación extrema, lo hemos advertido a partir de la tragedia reciente y se ha generado una gran alarma social. Apartar a dos pequeños traficantes del puerto de Maó no va a solucionar el problema aunque a buen seguro alejará a otros vendedores de las zonas de ocio al menos durante un tiempo.

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¿Quién vende?, ¿quién compra?y ¿qué compra? son tres preguntas a formular para resolver la ecuación, a cuál más importante. Asusta pensar que las pastillas se fabriquen en casa siguiendo un tutorial de internet, pero todavía resulta más preocupante constatar que están al alcance de cualquiera.

El que vende droga no la acompaña con un prospecto de su composición, indicaciones y contraindicaciones.

Las fuerzas policiales deben hacer su trabajo y limpiar la calle en la medida de lo posible, pero se antoja más determinante conocer los riesgos y tomar consciencia de ellos.