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23-IV-19 Martes

Día de Sant Jordi en Barcelona. Mañana presenta libro un querido amigo y adelanto el viaje para ver en vivo y en directo (realmente la pasarela de famosos y famosillos hacen de las calles barcelonesas un inmenso plató de televisión), la gran fiesta catalana del libro y la rosa. El tiempo, inicialmente amenazador, se decide a contribuir y aleja los nubarrones. Se hace difícil acercarse a los puestos dada la masa creciente de lectores más o menos sobrevenidos, por lo que opto por acercarme a mi librería de siempre, la Laia de Pau Clarís para hojear las novedades.

Por lo demás, constato con añoranza de tiempos mejores que las colas de firmas más nutridas son las de escritores famosillos por actividades paralelas, con especial querencia por los libros con alguna connotación de autoayuda, que vienen a ser el catecismo del siglo XXI, el diván que sustituye al confesionario.

24-V-19 Miércoles

Cercle de Economía. El catedrático de Fundamentos del Análisis Económico y forneller adoptivo Carlos Sebastián, presenta su libro «Para que España avance», continuación de su «España estancada», publicado hace dos años, ambos en Galaxia Gutemberg. El coloquio, en el que participan el catedrático Anton Costas y el Asesor ejecutivo del director de Esade Francisco Longo, es de altura, un lenitivo del deleznable debate político de anoche en televisión. Me interesa especialmente la idea de la necesidad de «incentivos morales», además de los económicos en toda iniciativa empresarial, es decir, conciencia de servicio público. Exministros (Enric Majó) y exconsellers (Mas Colell) entre el público. Serenidad, reflexión, ideas, rara avis en los tiempos actuales.

26-IV-19 Viernes

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Otra tarde de tiros largos intelectuales en el Ateneo de Mahón con la presencia del eminente historiador José Alvarez Junco quien diserta sobre nacionalismos ante una nutrida concurrencia. Nos dice el catedrático emérito que no hay naciones eternas, que éstas no son entes naturales sino comunidades imaginadas que vinieron a reemplazar a la religión… En la cena mostramos la inquietud que nos produce la amenaza de una regresión política y en vez de brindar, cruzamos los dedos y tocamos madera.

29-IV-19 Lunes

Sol esplendoroso. Oceánica sensación de alivio y recuperación de la fe en los congéneres. Orgullo de ciudadano que ha contribuido con su voto a detener el regreso a tiempos oscuros. Salvapatrias al rincón de pensar. Resaca de los excesos vinícolas de anoche. Omeprazol…

«Un hombre catastrófico, hiperventilado, charlatanesco, aspaventero y, a la postre, inane llamado Pablo Casado, se dedicó a competir en jacobinismo pichabrava con Ciudadanos y en bocachanclismo con Vox, territorios ambos que ya tenían todo el pescado vendido»… La cita no es de ningún progre vengativo sino del escritor Juan Manuel de Prada en «ABC», y resume en castellano viejo una de las claves de los resultados electorales, la deriva ultramontana de un partido conservador intimidado y confundido por la pinza C’s-Vox y por la tóxica influencia de JM Aznar, dinamitero de un centroderecha que con él dejó el centro y que cuanto antes lo reencuentre, mejor para todos: España necesita un partido conservador templado, de corte europeo, que sepa dejar los relatos apocalípticos a los bocachanclas, que diría De Prada.

Hay más claves, por supuesto como el voto útil de gentes moderadas, no necesariamente de izquierdas, molestas y asustadas por los reiterados anuncios de cataclismos por parte dirigentes inflamados y envueltos en la bandera española. Pero al electorado parece que le ha dado más miedo la irrupción de la extrema derecha (la gran propiciadora de la alta participación) que el separatismo, y que aprecia los esfuerzos del gobierno Sánchez por ensayar vías de diálogo con Catalunya. Así parecen reflejarlo unas urnas que también curiosamente confirman punto por punto las encuestas del denostado CIS, objeto de especial ensañamiento por parte de Casado y Rivera durante su lamentable campaña.

Alivio de proporciones oceánicas, decía, por el triunfo de la moderación frente a la belicosidad estridente, por el alejamiento del patrioterismo de pandereta y de las políticas claramente regresivas. Pedro Sánchez es un político mediocre, ni más ni menos que los demás candidatos, productos todos ellos de una época de cultureta prêt a porter, pero ha ganado con todos los pronunciamientos favorables y superando primero el fuego amigo de los barones de su partido y luego una campaña electoral terrible en la que ha sido acusado de «vendepatrias» y «filoterrorista». Se ha merecido la oportunidad de gobernar. Esperemos que los hiperventilados le concedan al menos los tradicionales cien días de gracia, aunque la cortesía hoy día no pasa por sus mejores momentos: Rivera ni siquiera ha felicitado al ganador de las elecciones como es norma no escrita. Mal augurio.