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Naíf, como es sabido, és un estilo de pintura que representa la realidad a través de la ingenuidad infantil, con formas sencillas, colores vivos y prescindiendo de la técnica. En ese sentido, la pintora de Ciutadella Carmen Vivó Saura, se aparta con personalidad propia de muchos de los pintores menorquines, preocupados por la técnica y el realismo que en su día cultivó Matías Quetglas, antes de derivar a un estilo más personal. Así pues, personalidad e imaginación hacen de esta pintora una artista destacada, que recibió en 2005 el Premio Internacional de Arte Naíf de Madrid, y que ahora celebra 40 años de dedicación al arte mediante la exposición de 20 cuadros en el Espai Sant Josep de Ciutadella Antiga. Tengo que admitir que a mí me gusta el hecho de que una artista tenga personalidad propia, y todavía me gusta más que despliegue en sus cuadros una cantidad de imaginación evidente. Aparte del colorido sugestivo y la ingenuidad propios del estilo Naíf, me fascina el movimiento que reflejan los centenares de personajes que llenan sus cuadros; es como si captara un momento clave en la vida cotidiana de todo cuanto la rodea, de modo que las posturas y actitudes de hombres, mujeres, niños y animales domésticos que aparecen en sus obras evidencian el carácter de cada uno de ellos. Son como grandes cuadros de costumbres; costumbres de hombres y mujeres, de caballos y gatos, de ricos y pobres; en definitiva es un trozo de vida retratado con dulzura por los pinceles de la pintora. Me parece claro que no se puede juntar un cúmulo de actitudes tan diversas en un cuadro sin recurrir a la imaginación; no basta con deformar fotografías o reproducirlas meticulosamente, hay que unirlas en el escenario de una calle, una plaza, un paseo o un paraje fantástico. Ahí es donde reside el arte de Carmen Vivó Saura, en reproducir la vida tamizada por su pupila de artista, dar su propia visión de la realidad.

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En la exposición destacan algunos cuadros nuevos, además de un par de obras realizadas en colaboración con Pepe Torrent Vivó, su hijo desaparecido a una edad temprana, pese a lo que pudo demostrar que había heredado una cantidad ingente de talento de su madre y de su abuelo José Roberto Torrent, encontrando a temprana edad un estilo propio que derivaba hacia lo onírico, lo deformante, las expresiones caricaturescas en blanco negro, con verdadera fuerza de artista. Doble motivo, pues, para visitar esta muestra antes de su clausura a finales de este mes mayo.