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Es cuestión de tiempo que el ser repugnante que habita en las cañerías, formado por las toallitas higiénicas, mal llamadas o etiquetadas como biodegradables, que ciudadanos irresponsables arrojan por el retrete, cause un problema de mayúsculas consecuencias. Lo ocurrido en Ciutadella ha sido un primer aviso. La tubería que colapsó y que quedó obstruida en el puerto tenía dentro una boya náutica deshinchada, pero a su alrededor se había formado un amasijo de gran cantidad de toallitas húmedas que también se amontonaban en la estación de bombeo. Ahora ha quedado limpio, ¿hasta cuándo? Es tremendo como cualquier supuesto avance en nuestro cuidado personal se convierte de inmediato y por un mal uso en un problema ambiental de primer orden, que además está poniendo en jaque una infraestructura costosa, en tiempo y dinero, como es la de saneamiento y tratamiento de aguas residuales.

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Voluntarios de la recogida de residuos en las costas se lamentan de que, junto con los microplásticos, las toallitas que impregnan las rocas cuando se produce un vertido al mar son una auténtica pesadilla, muy difíciles de retirar por no decir imposible. Las toallitas húmedas ya infestaron las costas de Eivissa en 2017, cuando se generó un gran atasco en una estación de bombeo y como consecuencia un vertido dejó la zona de Cala de Bou impregnada de excrementos y toallitas. San Sebastián sufrió un colapso en uno de sus principales colectores por la repulsiva masa de toallitas y otros productos que se tiran sin control (gasas, preservativos, bastoncillos, tampones); el monstruo tenía el tamaño de seis coches, y después Valencia superó el triste récord, con la retirada de 5.000 toneladas de toallitas que taponaban dos kilómetros de la cloaca de la ciudad. La impotencia de las administraciones aquí es comprensible. ¿Cómo vigilar que no se arrojen los mal llamados productos desechables por el inodoro? Ante la imposibilidad de controlar, son necesarias campañas para combatir la ignorancia y dejar claro que el váter no es una papelera. Es eso o prohibir, porque está visto que no aprendemos de otro modo.