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Los Astérix de Santa Ponça, esa pareja de promotores franceses anidada en Menorca, han liderado una de las historias periodísticas del verano. Se quejaban de las trabas de la burocracia para abrir un negocio, agroturismos de lujo en su caso, y del sometimiento de la Administración a grupos de presión como el GOB.

Ciertamente, el «Vuelva usted mañana» de Larra se ha convertido hoy en «le falta un papel». Así se describe la relación entre la Administración el y el ciudadano. Algunos desisten al pie de la montaña de papeleo que tendrán que escalar, mucho del cual además es ajeno porque corresponde a informes de otros organismo públicos, entre ellos la Comisión de Medio Ambiente, que parece mismamente el castillo al que no logra acceder el agridimensor K de Kafka.

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Un renombrado restaurante del puerto de Mahón recibió la licencia de apertura del negocio 29 años después de haber iniciado la actividad. El Hospital Mateu Orfila fue inaugurado el 23-F de 2007 y al día siguiente ya comenzó operaciones y consultas, pero realmente la licencia no la obtuvo hasta cinco años después, en 2012. Alguien podría haberse quedado por el camino con los quirófanos esperando el papel P, el informe I o el dictamen D.

¿Quién tiene la carga de la responsabilidad? Sin duda, la Administración. Kafka tal vez. Debe haber un procedimiento que, entre otras cosas, sea garantía de igualdad de oportunidades y freno a los vivales dispuestos a utilizar atajos ventajosos o privilegios. Y debe haber normas, claro que sí, pocas y comprensibles para todos, que no sea necesario un intérprete jurídico o un agrimensor para saber qué quieren decir.

Y sobre todo que el criterio de aplicación sea general, igual para Astérix que para Viriato o Magon Barca.