TW

Hace años, bastantes años, que me dedico a esto de colocar palabras de una forma u otra, a darle un mayor o menor sentido a las frases y que intento hacerte sentir de un modo u otro. Son ya más de diez años frecuentando cada sábado este pequeño coto privado de ideas que a estas alturas es más tuyo que mío, si es que puede ser de alguien. Y

cada cierto tiempo me sucede que quiero compartir más de lo que sé, que quiero explicar algo y que no me alcanzan las palabras, me racanean los sentimientos y me quedo corto. Muy corto. Me pasa, especialmente, cuando las fiestas de la Mare de Déu de Gràcia caen en sábado.

Me inunda una especie de pánico escénico mezclado con sudor frío y una buena dosis de desconfianza porque pienso que será un día en el que mucha gente leerá «Es Diari» y en algún momento me regalará su tiempo en esta columna que siempre tiene mejores días.

Noticias relacionadas

Qué presión… Sucede que me imagino a mi gente abriendo esperanzado el periódico en busca de una reflexión con la que tomarse el café, abrir conversación en el bar o, simplemente, haciéndole compañía en el trono real. Si, para esto sirven estas páginas cuando no terminan en el fondo del cubo de la basura absorbiendo los líquidos más malolientes, o algo peor. O, quizás, perdido en el olvido. Me cuesta horrores hablar de las fiestas y del torrente de sentimientos que me invaden cuando estamos en estos maravillosos 6, 7, 8 y 9 de septiembre.

Como si de un niño pequeño con exceso de énfasis, con más ganas que orden, intento compartir contigo lo que me invade –que es mucho- y acaba siendo un artículo vacío o, peor aún, edulcorado, casposo, aburrido y prescindible. Es entonces cuando las palabras me recuerdan que no soy yo quien las usa, sino que ellas van y vienen como les apetece.

A estas alturas habrás brindado ya, como mínimo, una vez. Si no, deberías haberlo hecho. Este sábado post-pregón es un día amable que sirve para que todos nos unamos, nos hermanemos en torno a esta preciosa tradición que tanto nos une. ¿La de los caballos? No, la de celebrar los días grandes de nuestra ciudad. Porque puede que caballos los haya en muchos lugares, tanto en la isla como fuera, pero lo que diferencia a los mahoneses es la capacidad de sentirse orgullosos de su condición y de celebrarla por encima de todas las cosas. Incluso más que nuestra hermosa electricidad.

¿Cómo quieres que te explique lo que son las Festes de la Mare de Déu de Gràcia si nunca cantaste el «Es Mahón»? Si no te has fundido en la plaza con el gentío, has bailado, brindado, reído y llorado. Si no le has ofrecido una botella de agua a un caixer, has acariciado mansamente a un caballo agradeciéndole todo lo que hace y cómo lo hace. ¿Cómo te explico yo lo que son ses festes si no has llorado de emoción con el primer toc sabiendo que es el primero y que pronto llegará el último y su melodía dolerá más que una pisada de caballo o que la última pomada, la que jamás te tendrías que haber tomado? Ojalá descubramos o redescubramos nuestras fiestas. Ojalá Mahón brille como nunca. Bones festes!