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Cuando todo, en cuestión de horas, deja de estar en su sitio cae la armonía y comienza un caos emocional. Mi perro, nuestro perro, tuvo un bajón repentino: no se movía, vomitaba, hacía pipí con sangre, diarrea. Y en ese descuadre empiezas a pensar en todo lo peor. Ahora hemos pasado a la calma y ¡gracias!. Su veterinario nos dice que tiene la próstata afectada, y una importante infección. Lilo, así se llama, tiene 11 años. Y le ha descartado otras enfermedades. Mientras él estaba en la clínica poniéndose bueno y nosotros en casa, su vacío se hacía sentir.

Piensas en los momentos importantes que has pasado con él. Desde cuando lo adquiriste, cuando lo tenías en una especie de cuna como si fuera un bebé, su primera salida de muchas por el Camí de Cavalls acompañando al corredor. Sus recibimientos, siempre contento. Todo su cuerpo se conmueve por nuestra presencia. Por la mañanas hace la ronda a ver si respiramos. Y cuando alguien llama a la puerta y su olfato detecta que no es familiar está al acecho. Siempre me ha acompañado a todo. Hasta en mi aventura en Madrid, el curso con JH. ¡Vivíamos en un pisito a las afueras del centro de 42 metros cuadrados! Él era mi calma y tranquilidad cuando nació Amae, era tan expresiva que Lilo siempre estaba allí a mi lado con una expresión de «esto es lo que hay, mucha paciencia». Me tranquilizaba una vez más. Y cuando vino el segundo bebé. Tengo momentos imborrables con él.

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LO QUE QUIERO describir ahora no es solo la compañía, la relación con los niños, con todos sus beneficios, sino lo que nos enseñan estos animales. Con que elegancia y dignidad afrontan su malestar, enfermedad, y muerte. Este último paso espero que se retrase muchos años. De su indisposición sí que puedo hablar. Se entregaba a su médico, y aceptó la estancia en la clínica. Él sabía que no estaba bien, y que allí le iban a dar solución. Miró por su presente ya que ellos no tienen conciencia de lo que pasará mañana. Su evolución, paso a paso, ha ido a mejor.

Siempre aprendo de él, el aguante y dignidad que tiene por cada prueba que le hacen. Y de alguna manera, estos altos y bajos en su camino de vida también nos preparan para el día de su despedida.

Amigos me preguntaban cómo lo viven mis hijos. También viven el momento, inocentes, se muestran más cariñosos y restan dramatismo a la lógica preocupación.