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Ecotasa es el apodo del impuesto turístico sostenible y como tal implica una acepción un tanto despectiva, es como llamar Tiñoso por costumbre a Paco porque un día pasó por la calle un poco desaliñado y se quedó con ese mote para siempre. Quizá por eso los responsables de su implantación o gestión se cuidan mucho de referirse al impuesto por su apodo, es como si perdiera entereza y no fuera considerado con seriedad.

La cuestión es que tanto si le llamamos Paco como Tiñoso, el tributo de marras es un filón de noticias y divergencias.

La última responde a la decisión del Govern de perdonar el impuesto, que Més per Menorca define ya por sus siglas ITS quizás para ir borrando el apodo, a los hoteleros que hayan perdido dinero por la quiebra del turoperador británico con nombre de pirata. Empresarios y trabajadores están satisfechos con la medida, algo es algo, pero en aquellos grupos en los que predomina el gen del funcionario, no ha gustado la condonación.

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Mirado en perspectiva de cinco años, la ecotasa ha sido una gran estafa. No hemos visto ejecutado ni un solo proyecto decente de cuantos han sido aprobados con financiación de estos fondos. En un titular en estas páginas hace un año se decía que solo se había gastado un cinco por ciento de lo prometido, proyectado y aprobado.

Estamos en el cuarto año de recaudación, que por lo visto es la única parte que funciona del Tiñoso, y no se ven obras de mejora de la infraestructura ni del producto turístico. Y sin ellas, la justificación se evapora, si es que alguna vez se buscó el asentimiento ciudadano hacia una herramienta tributaria de la que no se ve fruto alguno.

Y si encima se propone para comprar inmuebles -Sa Tanca, sala Sant Josep...- el dictamen es de perversión total.