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Cuando uno se va de vacaciones desea que a la vuelta todo haya cambiado y luego, al regreso, agradece que todo siga igual, cada cosa en su sitio. Si alguien se ha ido unos años con la ilusión de encontrar cambios a su retorno, habrá agradecido que todo está cual lo dejó. La portada de «Es Diari» de ayer es un ejemplo delicioso de ese cambiar para que todo siga igual.

La carretera está tal cual la dejaron, con la señalización provisional por obras, hace cinco años. Es seguro que así continuará algunos más, han desaparecido las prisas y, me temo, la responsabilidad, que es más grave.

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Una de las cuevas de Cala Blanca será abierta este verano. Esa declaración en políticos de todos los colores se ha repetido en abundancia durante dos décadas al menos. A lo mejor, esta vez aciertan o quizás llegan tarde como aquel aparcamiento a construir en Ciutadella para compensar la prohibición del coche particular en Macarella. Acabó la temporada y aún faltaban unos flecos burocráticos para completar la obra.

Otro tanto se barrunta ahora para el famoso parking camino de las playas de Favàritx. Dos años llevan dando la brasa con el Plan Rector de Usos y Gestión del parque natural como pretexto de la demora. Seamos optimistas, quizás este verano se puede aparcar a tres kilómetros de la playas en una parcela que, si no cambian de idea, pagaremos dos veces con dinero público. En 1949, hay que reiterarlo, el Ministerio de Defensa de entonces compró las 200 y pico hectáreas que unen la antigua batería y el faro, justo lo que hoy es «Son Camamil·la, propiedad privada». Será en todo caso una mala gestión de dinero público que, afortunadamente, no es de nadie, según dijo aquella ministra de Zapatero, implicada luego en el escándalo de los eres andaluces.

Y otra más, Jordi Sevilla dimite de la presidencia de Red Eléctrica Española y no dará explicaciones sobre el gran apagón. Por si algún iluso esperaba una lección política sobre el comportamiento de un cap de fibló.