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24-I-20 Viernes

Las idas y venidas al aeropuerto del ministro Ábalos para ver / no ver a la número dos del gobierno de Maduro, es una señal inequívoca de las divergencias de los coligados en el asunto venezolano, en el que ni se ponen de acuerdo los propios socialistas (Felipe y Zapatero discrepan en público y Sánchez, en su línea, ni sí ni no sino todo lo contrario), mientras los ‘podemitas’ siguen sin aclarar sus turbias relaciones con el régimen chavista. Entre esto y las levantiscas andanzas de Torra, el gobierno empieza a tener mala mar mientras la derecha se relame ante la perspectiva de una tormenta perfecta…

25-I-20 Sábado

Tarde ateneística con la inauguración-como siempre a cargo del entusiasta profesor Casadesús-del tradicional curso de Cultura Clásica que año tras año llena hasta los topes la sala noble de la veterana y pujante entidad cultural. A punto de cumplir sus primeros veinte años (ahora me doy cuenta de que los cursos empezaron en mi ‘legislatura’ presidencial, con perdón y con legítimo orgullo), esta vez nos habla el amigo Francesc Casadesús de «Cantar i encantar: l’èpica musical dels Aedes», y a lo largo de hora y pico que se hace corta, evoca el consejo de las musas a Hesíodo: «Sabemos decir muchas mentiras con apariencia de verdades y sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad». Inevitablemente Casadesús acaba hablando de Donald Trump…

26-I-20 Domingo

Charla matutina deyayos’ en plena calle. Ella, una superabuela muy activa, esforzada caminante ya se ha leído «Es Diari» y se muestra soliviantada por la noticia de portada sobre la millonada que nuestra autonomía pasa al fondo de solidaridad interterritorial, lo que nos lleva a rozar el tema catalán. Antes de despedirnos coincidimos en criticar el despilfarro de los viajes del Imserso que deberían limitarse y, en todo caso, subvencionarse según renta, como los medicamentos… En fin, ¿batallitas de abueletes?

27-I-20 Lunes

«La parte contratante de la primera parte será considerada la parte contratante de la primera parte…» El trabalenguas ‘grouchiano’ de «Una noche en la ópera» viene inevitablemente a la memoria viendo el penoso show del ministro Ábalos tratando de explicar que la primera parte contratante de su visita al avión venezolano no sea considerada la primera parte contratante… En fin.

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28-I-20 Martes

Pedaleando en mi vieja bicicleta estática frente al televisor, flanqueado por Allen y Ringo que no se separan de mi lado. No es mi costumbre, prefiero hacerlo con una novela, pero es un día especial, comparece Oriol Junqueras y hay cierto morbo por aquello de míreme a los ojos, etcétera. Y lo hace con su habitual porte frailuno predicando la bondad universal y la pureza democrática de sus actuaciones, nada nuevo. Iluso de mí, llegué a pensar en una mínima autocrítica y sobre todo en una proclamación solemne de la renuncia por los siglos de los siglos a otra declaración unilateral de independencia. Rés de rés.

Sigo pedaleando y escucho ahora a la señora Roldán de Ciudadanos. Un discurso sólido, contundente, en castellano que intimida más, y mirándole a los ojos al señor Junqueras, sobre sus flagrantes ilegalidades, la pesadilla sufrida por los no independentistas durante el procés, la división social y familiar generada, todo ello tan indiscutible como la cruel exageración penal de la sentencia del Supremo (una fuerte multa e inhabilitación hubiera sido más que suficiente por un delito de desobediencia continuada y malversación).

Se avecina un debate interesante, pienso mientras le abro la puerta del jardín a Ringo para que se explaye y vuelvo al pedaleo… Pero ¡Oh, cielos!, termina la señora Roldán, coge sus bártulos y se marcha del hemiciclo sin esperar la réplica, seguida por todo su grupo parlamentario…¡Jopé, qué tropa!

29-I-20 Miércoles

Una vez, hace ya más de veinte años, en un crucero por el Mediterráneo nos tocó compartir mesa (¡qué peligro los cruceros, una semana entera compartiendo comida y cena con quien te toque!) con una pareja de malagueños, mayores que nosotros, bigotito de mosca él, pulsera con la banderita de rigor y multitud de collares ella, graciosos ambos, dicharacheros como solo saber ser los andaluces… Hasta que sobrevoló la mesa la figura de su paisana Marisol a la que no podían ver ni en pintura por su adscripción política y a la que pusieron de chupa de dómine.

-Pues a mí me encanta cómo es y admiro lo que ha hecho con su vida-les espeté secamente.

Allí se acabó el buen rollo, aunque continuamos compartiendo mesa.

Me acordé de la anécdota el otro día viendo la ceremonia de los Goya. Bien por la insobornable Marisol.