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Luis es tonto, los que le rodean pueden dar fe de este hecho, pero él no lo sabe. Luis está acojonado por el coronavirus, cree que un día entrará por la ventana de su casa en forma de guerrero de Xian y le provocará una dolorosa muerte. Y contra ese temor Luis no ha tenido mejor idea que comprarse una mascarilla de papel en la tienda de los chinos de su calle. La mascarilla de papel viene envuelta en plástico de un solo uso, como le vea Greta Thunberg será ella la que lo mate, y de la goma que la sujeta a la cara cuelga una etiqueta en chino mandarino que pone «Made in Wuhan». Pero como Luis es tonto, ya lo hemos dicho al principio, se siente la mar de seguro con ella, no se la quita ni para dormir, seguro que si el guerrero de Xian entra por su ventana se caga de miedo y no le hace nada.

Y no es que Luis haya brotado ahora en estupidez supina por su paranoia con el virus, ni mucho menos, lo de las malas conexiones neuronales le viene de lejos. Dicen los que le conocen de su época universitaria- sí, que pasa, los tontos también van a la universidad, además Luis estudio ADE en la privada, así que…- que siempre se pedía lo mismo para desayunar: una palmera de chocolate con un café con leche desnatada y sacarina. Y les decía a todos que había encontrado la ecuación perfecta de aporte de azúcar para poder comerse una palmera de chocolate al día durante el resto de su vida. Hoy en día Luis no llega a los 40 años y tiene el colesterol y el azúcar más disparados que el machismo que rezuman los nuevos líderes patrios de la ultraderecha. Por no hablar de que las altas dosis de Aspartamo que se ha metido para endulzar su café están trabajando malvadamente en su vejiga.

Luis es de los que reenvía todos los memes que llegan a su wassap. Cuelga emoticonos solidarios por el genocidio que sufren los rohinyá en Birmania, cuando le cuesta situar Birmania en el mapa, pero todo sea por un like. No se pierde ni una edición de «Operación Triunfo», y tuitea con gran emoción que solo unos pocos privilegiados, como él, conocen la trayectoria profesional de Juan Camus. Su noche de viernes perfecta es enriquecer una pizza de Casa Tarradellas añadiéndole dos lonchas de jamón cocido de El pozo, siempre se ha definido como un hombre «marquista», y saborearla delante de la tele mientras disfruta de los mejores momentos del reality de moda «La isla de las tentaciones». Se jacta de ser de los primeros que colgó en Instagram el hashtag «Estefaniaaa».

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Luis no se pierde un Black Friday, ni un Blue Monday, uno para quemar la tarjeta de crédito y el otro par colgar en las redes frases ñoñas de «mírame aquí, tomando mi café mientras veo la lluvia a través de la ventana». Foto que le ha costado hacer toda la tarde porque no llovía y ha tenido que pulverizar el cristal con Glassex, no olviden la gilipollez de las marcas, pero él la presenta como espontánea y natural.

Luis piensa que por llevar gafas de pasta y sacarse el carné del club de lectura, al que nunca va, será aceptado en los círculos culturetas donde solo ven pelis polacas en versión original. Les advierto, queridos lectores, que entre ese tipo de personas también hay mucho idiota. Y ahora les dejo que he quedado con Luis…ah, perdón, no les había dicho que Luis es mi amigo. Y no solo eso, Luis también piensa que yo soy un auténtico idiota, y no le falta razón, pero a ambos nos enseñaron que solo en el respeto al otro es posible la convivencia, y las cañas saben mucho mejor. Feliz sexto jueves del año.

conderechoareplicamenorca@gmail.com