TW

Atención, primer caso de latigazo cervical provocado por una mascarilla usada para protegerse del coronavirus. Al parecer Braulio Tuercebotas, farmacéutico del pueblo de Zarangollo en Murcia, ¿cómo no?, salió a pasear en un día especialmente caluroso para ser febrero, sintió sed y se compró una lata de refresco de cola en su supermercado habitual. Braulio levantó su mascarilla y se bebió de un trago el mejunje para proceder a colocarse la mascarilla de nuevo por el pánico que siente al virus venido de China, de donde viene prácticamente todo. La bebida gaseosa le provocó un fuerte eructo que propulsó la mascarilla hacia delante alejándola de su cara unos cincuenta centímetros y, volviendo a una velocidad supersónica a su rostro, le ocasionó una hipertensión del cuello seguida por una flexión, lo cual derivó inevitablemente en un fuerte esguince cervical, concretamente, en los ligamentos del cuello. Ahora todo el pueblo pasea con mascarilla y collarín siguiendo el ejemplo de Braulio, al creer que la combinación de ambos artilugios resulta de lo más efectivo contra el contagio.

En su informativo más escuchado, radio Cincinnati programó una entrevista en prime time con el reputado psicólogo infantil Ruden Fretsbo, a tenor del crecimiento de la preocupación de las familias por cómo explicar el fenómeno de la potencial pandemia a sus niños de un modo adecuado. La conversación entre el locutor y el terapeuta iba de perlas hasta que el primero le inquirió con una cuestión, tal vez fuera del guion pactado, ostensiblemente más polémica: ¿es preferible una verdad incómoda a una mentira piadosa? Ruden Fretsbo pareció descolocarse, y tras un silencio demasiado largo, nada radiofónico, profirió a gritos: ¡moriremos todos! ¡moriremos todooooos!

Noticias relacionadas

En la desconocida región de Transnistria, estado no reconocido internacionalmente ubicado entre el río Dniester y la frontera oriental de Moldavia, la médico forense Nadia Smirnoff organizó unas charlas para informar a los vecinos sobre las medidas adoptadas para controlar la expansión del virus. La charla ya no apuntaba bien, puesto que el hecho de que fuera una forense la que la iba a dar agitó todavía más las preocupaciones de los ciudadanos. A los 15 minutos de conferencia entre el público se levantó Sergey Vladivostok y gritó ¡мы все умрем!, o lo que es lo mismo, ¡moriremos todos! Sergey era muy aficionado a los podcasts americanos y no había podido obviar la influencia de la entrevista al reputado psicólogo Ruden Fretsbo. El público abandonó la sala despavorido. En cuestión de minutos las reservas de collarines, mascarillas y vodka se agotaron en toda la región, extendiendo el pánico por Rusia, Moldavia, Ucrania, y más allá.

Y así podríamos seguir, queridos lectores, soltando chorradas que lo eclipsen absolutamente todo. Olvidando entre otros muchísimos temas, que este domingo es 8 de marzo, un día para visibilizar aún más la lucha feminista que pone sobre la mesa que queda todavía mucho camino para la equiparación real de derechos entre hombres y mujeres y que en este país mata más el terrorismo machista, (55 mujeres muertas en 2019 y 11 en lo que va año) que el virus venido de Wuhan. En lo que sí aciertan los que confunden precaución y prevención con histeria es en que al final, moriremos todos. El cómo y el cuándo están por ver. Y no es que esté mal perder el tiempo con chorradas, pero deberíamos mantener la calma y no perder nunca de vista lo verdaderamente importante. Feliz décimo jueves del año.

conderechoareplicamenorca@gmail.com