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En aquel lejano fin de semana del 7 y 8 de marzo de 2020, porque ahora parece ya realmente otra vida, hubo diversas movilizaciones en todo el país. Menorca se sumó, y una de ellas fue la tractorada que organizó el sector del campo. Nunca antes los payeses habían salido a la calle así, con una indignación y un enfado evidentes, para reivindicar precios justos que les permitan vivir con dignidad de su trabajo, que es, como se ha visto ahora –ese virus microscópico nos ha hundido sanitaria y económicamente pero a la vez, nos ha abierto los ojos a tantas cosas–, absolutamente fundamental. Es lo que nos permite comer y vivir, cada día, confinados o no.

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Pero durante muchos años, innumerables actos y conferencias, análisis y diagnósticos, el campo ha sido una mera comparsa, un actor secundario; era el cuidador de ese paisaje que atraía al turismo, de la postal. Si acaso cobraba más fuerza y trascendencia en los foros gastronómicos, donde se valoran los productos de kilómetro cero. Pero en realidad iba a remolque de los otros sectores y no se le daba la importancia que realmente tiene y que está demostrando. Con alimentos de calidad, servicio a domicilio, celeridad en la respuesta y adaptación a las nuevas circunstancias, respondiendo con producción y profesionalidad en un tiempo récord. Porque resulta que no, no eran nuestros jardineros, sino un servicio esencial, y por eso tienen que seguir trabajando. Esperemos que cuando todo esto pase, más pronto que tarde, se les siga apoyando, que obtengan los precios adecuados que reclamaban ese 7 de marzo, y nunca más se les trate como los que desbrozan el paisaje de una marca turística. Además sería conveniente atender las peticiones de los productores ecológicos para que puedan seguir cultivando los huertos de autoconsumo, buscar la manera de flexibilizar el confinamiento –con todas las medidas de protección necesarias y siempre que no afecte a grupos de riesgo–, para los que trabajan la tierra. No es posible que en una situación como la actual haya cultivos que se vayan a echar a perder. Esos huertos no son tierra yerma, también cumplen la función de generar alimentos, que bien necesarios son.