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Qué curioso. Al Primer Ministro Británico le preocupa que sus conciudadanos puedan contagiarse de covid-19 en España, y lleva un porrón de años ignorando el empeño de los suyos en demostrar la teoría de la gravedad de balcón en balcón. Estadísticas en mano, se han espachurrado más portentos intelectos británicos contra el suelo que afectados por el puñetero virus en Balears. Y por goleada.

Yo no condeno el balconing, de hecho, me río de cómo una persona puede ser tan tonta de hacerse daño independientemente de la gravedad de sus heridas, cuando se juega inútilmente la vida con algo que podría hacer a través de un pasillo. Puede que la adrenalina que te proporciona una experiencia y otra no se puedan comparar, pero el dolor de cabeza tampoco.

Boris Johnson se ha olvidado que sus paisanos vienen a España –en su mayoría- en busca de la paella, la sangría y la insolación más barata, independientemente de los contratiempos que le puedan suponer. Y nosotros, encantados, oye. Es el modelo turístico por el que hemos apostado en muchos destinos y es lo que toca aguantar.

Afortunadamente Menorca se desmarcó a tiempo del turismo de excesos para convertirse en un destino «aburrido» con playas «aburridamente limpias» y donde, seguramente, no les merece la pena ni jugarse la vida de balcón en balcón porque queda ‘más guay’ pegarte la leche padre en Magaluf, en Benidorm o en Barcelona. Espachurarse en Menorca es «aburrido».

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Sinceramente, mejor. Desde nuestro aburrimiento tan querido y tan cuidado, pasamos de perfil entre los follones que salpican –broma macabra- la actualidad de otros destinos y que nos hace un lugar mejor para escaparse de vacaciones.

Tenemos un problema con la restricción de la llegada de turistas británicos porque nos toca de forma directamente proporcional el bolsillo. Hoteles que no abren, restaurantes que no llenan, comerciantes que no venden… Acuérdate, amigo lector, te lo dije hace unas semanas. Así no va a vivir ni el que vive del turismo ni tampoco el que vive del que vive del turismo.

También sabe el señor Johnson que ese dinero que se gasta en España, sino se viaja, se gastará en el Reino Unido y tampoco le viene mal a las arcas británicas. No es algo nuevo, aquí hemos animado en general a hacer turismo nacional, visitar alguno de los miles de encantadores sitios con los que cuenta España.

Cada vez tengo más claro que de entre todo lo negativo que viene acompañado del #PutoVirus lo positivo que nos queda es la necesidad de reinventarnos en todos los sentidos. Para estar más preparados para el próximo cataclismo universal. A los británicos del turismo de exceso basta con empezar a explicarles que el común denominador entre morirse del virus y morirse haciendo el balconing es la muerte. Y la diferencia, los incordios que conllevan.