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La necesidad de escribir un artículo entretenido me lleva a pedirle a mi nieta Elisenda, de ocho años, que me sugiera un tema. «Escribe sobre los almohadones» me dice. «Almohadas que hablan» Y acto seguido: «Escribe sobre el agua» A continuación: «Escribe sobre las islas» Efectivamente, las islas del Mediterráneo sería un buen tema. El Mediterráneo baña nada menos que veintidós países y tiene un número ingente de islas grandes, medianas y pequeñas, dos de las cuales, Chipre y Malta, constituyen países independientes. Mallorca es una de las islas de tamaño medio, Menorcay Eivissa son de las pequeñas. Esto me intriga, porque en realidad tendemos a pensar que nuestra isla es poco menos que el centro del mundo. A través de Gibraltar y surcando el Atlántico, el Mediterráneo contacta también con Gran Bretaña, una de cuyas islas se llama Anglesey, separada de Gales por el estrecho de Menai. Leo en el Semanario «El Iris» la historia-leyenda de Hugh Williams, que también constituye un tema curioso para un comentario. El 5 de diciembre de 1664, naufragó allí un ferri con 81 pasajeros y el único superviviente fue Hugh Williams. En 1872, también el 5 de diciembre, naufragó en el mismo estrecho un ferri con 60 pasajeros y el único superviviente se llamaba asimismo Hugh Williams. El 5 de agosto de 1820 hubo otro naufragio en el estrecho de Menai y de los 25 pasajeros el único en escapar con vida fue Hugh Williams.

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Ahí hay tema para un cuento de reencarnaciones, tal vez incluso para una serie, pero no parece ser ese el caso. La historia habla de que el 20 de mayo de 1842 naufragó en el estrecho de Menai un barco con 15 pasajeros y se salvó uno: Richard Thomas. Otra versión cuenta que el 10 de julio de 1940 una trainera británica fue hundida por una mina alemana y se salvaron dos hombres, ambos llamados Hugh Williams, que eran tío y sobrino. Por otro lado, Hugh Williams es un nombre muy común en Gales, y el estrecho de Menai es un lugar muy peligroso, con fuertes corrientes y mar a menudo tormentoso donde han naufragado aproximadamente trescientos barcos en los últimos doscientos años. Habrá habido miles de muertos por naufragio y más de tres supervivientes con el mismo nombre. Está visto que la realidad supera a la ficción, pero no es menos cierto que esta historia o leyenda da pie a escribir un buen libro de aventuras. Este es el punto en el que mi nieta Elisenda viene a avisarme que un turista galés desea hablar conmigo y se llama Hugh Williams.